Miguel Chulvi se levanta temprano. Tiene mucho trabajo por delante con las tres impresoras 3D, que, desde hace una semana, están a pleno rendimiento. En breve llegará Rafa para recoger el pedido y hacer el reparto entre los diversos centros sanitarios y hospitales que han solicitado equipos de protección que no llegan. Esta es la «semana del desabastecimiento» y la ciudadanía se ha puesto manos a la obra para equipar a los sanitarios de la «mejor manera posible» y reducir el riesgo de contagio. En estos momentos, las impresoras 3D están ocupadas en la fabricación de máscaras de protección.
Así, un grupo de 100 personas -que se denominan Resistencia Valenciana en Acción (RVA) y forman parte de la comunidad «Coronavirus makers» en València- ha decidido dejar la burocracia a un lado en tiempos de crisis y ponerse a fabricar y a repartir viseras protectoras porque «es ahora cuando los sanitarios necesitan equipos, y nosotros se los podemos proporcionar con nuestros materiales y nuestros recursos», explica Chulvi.
En una hora, según explica Jaime Selles, uno de los coordinadores de RVA a través de la plataforma de mensajería Telegram, cada miembro puede imprimir entre una y dos viseras (varía según el tipo de impresora 3D). De cada rollo de un kilo de plástico para impresión, con un coste de entre 15 y 20 euros, pueden salir 90 viseras, a las que se les añaden las láminas de acetato transparente -también adquiridas por los «makers» a unos 12 euros el paquete de 100, o donadas, como las 350 láminas que han recibido de un colegio de Mislata-, y unas gomas para sujetar la máscara a la cabeza. Las entregan sin montar para que lo hagan los propios sanitarios y las desinfecten.
Tres personas del grupo se encargan de pasar por las casas de los fabricantes de las viseras y llevarlas a los hospitales. Los propios sanitarios les han facilitado unos «salvoconductos» explicando que transportan Equipos de Protección Individual por si los repartidores son parados por la Policía.
El lunes repartieron 450 máscaras, entre ellas 60 al Hospital General, 60 más para el Hospital Universitario La Fe, 25 para el centro de salud Serrería II y 10 más para los centros de salud de la calle Chile, República Argentina y el IVO. También han recibido pedidos del Arnau, del Clínico, del Hospital de Llíria, del de Manises, de la Ribera... A veces incluso de varios departamentos de un mismo hospital.
Selles explica que desde el sábado hasta ayer al mediodía RVA había entregado ya 650 máscaras de las cerca de 1.100 que ha fabricado en solo cuatro días. «Hoy me he despertado y ya tenía seis mensajes de varios hospitales haciéndonos un pedido».
Más de dos mil pedidos
La intención de RVA es la de seguir imprimiendo mientras dure el confinamiento y la Administración no resuelva el problema de escasez de material para el personal sanitario. El grupo, según explica Selles, está formado por gente de todo tipo y condición que hasta ahora solo tenía en común la afición por la impresión en 3D. «Yo soy arquitecto, pero en el grupo tenemos administrativos, guardias civiles, periodistas, profesores, diseñadores».
La escritora Susana Monteagudo es una de las «makers» de RVA. «Los mensajes de agradecimiento emocionan -explica-. Pero también hay mensajes demandando material que son para llorar. Que les roban cajas, que van con la misma mascarilla dos semanas, que usan gafas de esquiar. Hacemos lo que podemos y vamos a destajo. Aún no somos capaces de cubrir toda la demanda, pero estamos en ello. Somos la resistencia, armada con impresoras 3D y buena voluntad».
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