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Hasta las lagunas extintas renacen

Hasta las lagunas extintas renacen

Desde mediados del mes de marzo gran parte de la Península Ibérica está viviendo una larguísima secuencia de días nubosos y con lluvias. Entre esas regiones está la Comunidad Valenciana que parece estar aprovechando el confinamiento para purgarse. Las precipitaciones de los últimos meses han hecho rebrotar fuentes, ramblas o ríos, e incluso han sacado del letargo a humedales extintos. Este es el caso de la Laguna de Villena, una pequeña depresión endorreica que estuvo anegada hasta el siglo XIX. Desde entonces, este terreno se ha dedicado al cultivo, aguarda la pedanía de Las Virtudes y tiene un puñado de casas diseminadas que ahora se han convertido en un lodazal. En algunas zonas la lámina de agua alcanza los 20 centímetros de profundidad. Algo más de un palmo.En el año 1803 el rey Carlos IV ordenó desecar esta zona lacustre que había sido rica en fauna y vegetación. El problema es que traía tantas aves como mosquitos y paludismo. El agua provenía de las lluvias, llegando allí a través de ramblas que tienen origen en La Zafra, Encina o Caudete. Para acabar con el estancamiento, se construyó la Acequia del Rey que lleva el agua hasta el río Vinalopó, a diez kilómetros de la laguna. Habitualmente esta solución funciona, pero en las últimas fechas ha llovido con tal intensidad y persistencia que la laguna ha vuelto a inundar parcialmente la zona que ocupaba hace un par de siglos.

Justo allí, hay una estación meteorológica cuyos datos se pueden consultar en la web de la Asociación Valenciana de Meteorología (AVAMET), que desde el pasado verano lleva acumulados cerca de 400 litros por metro cuadrado. La DANA de septiembre dio paso a un par de temporales ya de cara al invierno, previa llegada de la 'plusmarquista' borrasca Gloria en enero. Solo faltaba este inicio de primavera tan anómalo. La reaparición de la laguna no es un hecho del todo insólito, ya pasó en 1899 o 1997, pero no deja de ser llamativo y también preocupante para los vecinos que han visto sus parcelas anegadas. «El nivel continúa subiendo bastante», me comentó el pasado viernes José Gómez, socio y observador de la AVAMET allí afincado. Desde entonces casi no ha parado de llover y esta semana será otra vez húmeda. Lo que parecía una eclosión amable de la naturaleza, con conejos o cabritillos en los núcleos urbanos y muchos arcoíris, está empezando a resultar un exceso difícil de asumir.

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