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El físico y divulgador Juan José Gómez Cadenas.

Juan José Gómez Cadenas: "La gente se tomó al pie de la letra que habíamos vencido al virus y hubo un tremendo efecto rebote"

Coautor de "Virus, la guerra de los mil millones de años"

¿Qué hace un físico intentando ayudar a combatir la pandemia?

Margarita del Val, nuestra insigne viróloga, decía el otro día en un seminario que uno de los aspectos positivos de la pandemia es que ha puesto en pie de guerra a los científicos. No solo físicos, sino también químicos, biólogos, matemáticos, nanotecnólogos, informáticos y muchos otros nos hemos puesto a trabajar tratando de ayudar. Cuando hay una emergencia es natural arrimar el hombro. En mi caso, tengo bastante que aportar. De hecho, hemos formado un consorcio en el País Vasco, donde está mi actual centro (el DIPC) para desarrollar sensores rápidos de virus, basándonos en principios similares... ¡a los que usamos para detectar neutrinos !

¿Cómo es posible que no se recomendaran las mascarillas desde el principio, si ya se indicaban en 1918, durante la pandemia de gripe española?

Es algo que me asombra. No solo se usaban en 1918, las usaban, de manera masiva, los países que con más éxito han combatido la pandemia: China, Japón, Corea del Sur, Taiwán... Creo que no recomendarlas desde el principio fue un error de la OMS. Por otra parte, en España y otros países, al inicio de la pandemia no había existencias, lo que, desgraciadamente, también contribuyó a que no se recomendaran.

¿Vio desde el principio que los aerosoles eran una forma importante de transmisión?

Los primeros meses todo era muy confuso. Por ejemplo, parecía que el rol de los fómites [objetos] era más importante del que ha resultado ser. Pero la evidencia de que había menos transmisión en espacios abiertos llegó pronto. Es una pena que todavía, a día de hoy, eso no se haya traducido en medidas efectivas. Por poner un ejemplo, sería más útil actuar como hasta ahora en Nueva York en bares y restaurantes, permitiendo terrazas, incluso admitiendo, temporalmente, que ‘invadan’ parte de la vía pública, pero limitando mucho los interiores y cerrando barras de bar. Por otra parte, clausurar parques parece poco efectivo y causa un gran prejuicio a la población a niños y ancianos, sobre todo.

¿Por qué las autoridades no insisten en la importancia de la ventilación y de permanecer en exteriores el mayor tiempo posible?

Claramente las medidas oficiales siguen reflejando, con mucha inercia, lo que se sabía al principio de la pandemia. No se insiste bastante en los espacios abiertos, que son la mejor defensa contra el virus y se sigue insistiendo en la desinfección de superficies, que desde luego no está mal, pero cuyo efecto en la propagación parece poco importante. En todo caso, creo que la idea de los exteriores ya empieza a calar. Aunque un poco tarde, porque se nos echa encima el otoño, y va a ser más difícil. Pero no imposible. Hace un par de años se debatía prohibir la calefacción en las terrazas. Creo que es el momento de permitirla e incluso subvencionarla, para que podamos seguir al aire libre.

Un metaestudio realizado por un equipo alemán e indio concluye que la humedad reduce la transmisión del SARS-CoV-2. ¿Podría explicar eso en parte el menor número de contagios en comunidades como la valenciana, donde la humedad relativa suele ser alta?

Es muy sugestivo que la humedad sea un factor preventivo y desde luego sería muy deseable que se realicen experimentos y más estudios para tratar de determinar si es así, ya que permitiría añadir armas al arsenal contra el virus (por ejemplo, podrían usarse humidificadores en ambientes cerrados). Por otra parte, a la hora de explicar por qué la Comunitat Valenciana tiene buenos indicadores hay que tomar en cuenta muchos otros factores, como el alto número de rastreadores, la buena atención primaria, etcétera. Hay otras zonas de alta humedad (por ejemplo, Barcelona) donde no les ha ido tan bien.

El 28 de julio publicó que ya había llegado la segunda ola. ¿Estamos aún lejos del pico?

Depende. El concepto de ‘pico de la epidemia’ puede ser engañoso. Está bien definido cuando se deja evolucionar la epidemia sin tomar ninguna medida. En ese caso, el número de casos crece exponencialmente hasta que la población susceptible empieza a escasear y entonces decrece, también exponencialmente. La transición entre ambas fases es el pico. Cuando se interviene brutalmente, como se hizo en marzo, se aborta el número reproductivo del virus (es decir, el bicho no encuentra a quién contagiar porque todo el mundo está encerrado) y también hay una rápida caída. En la situación actual, hay una especie de juego del gato y el ratón, el número reproductivo es mucho más bajo que en marzo (entonces era tres, ahora del orden de 1,1-1,3, dependiendo de las autonomías) y se van tomando medidas correctivas al vuelo. Creo que el resultado va a ser meses de ondulaciones suaves, se tomarán medidas cuando el número de contagios crezca y me temo que se relajarán cuando baje, de tal manera que más que una subida aguda, pico y bajada, nos vamos a pasear durante meses por una cresta ondulada, esperemos que la pendiente sea descendiente en todo caso.

¿Cómo calificaría la gestión del Gobierno desde el fin del estado de alarma, el 21 de junio pasado?

¿Qué gestión? El Gobierno decretó que habíamos vencido al virus y le pasó la responsabilidad a las CC AA, que, por otra parte, habían insistido bastante en gestionar su propia epidemia. Errores. Uno: no habíamos vencido al bicho, ni lo venceremos hasta que haya una vacuna efectiva y asequible a una parte muy sustancial de la población. Dos: las CC AA no pueden, ni deben, gestionar la epidemia solas. Unas lo han hecho mejor que otras, pero se precisaba una coordinación y comunicación que ha brillado por su ausencia. Tres: el gobierno de un país no puede pasar de imponer uno de los confinamientos más duros del mundo (con medidas que fueron efectivas, pero también destructivas, como no dejar salir a pasear al menos una hora al día, confinando a niños y ancianos) a desentenderse sin más. Cuatro: los datos públicos han sido erráticos e insuficientes. Cinco: los mensajes de los responsables nacionales han llamado a engaño. El doctor Simón ‘no veía segunda ola’ cuando el análisis más elemental (mi amigo y colega Carlos Pena, también físico, y yo mismo publicamos varios artículos al respecto) demostraba que sí la había.

¿Cuál ha sido el mayor error? ¿Insuficiente rastreo? ¿Prioridad a la apertura de bares? ¿Desescalada precipitada?

No sé si hay un factor dominante o una combinación de todos los puntos que cita. Ciertamente, el rastreo es esencial y más de una comunidad autónoma lo ha descuidado, aunque otras, como la C. Valenciana, lo tuvieron claro desde el principio. También habría ayudado disponer de una buena app de rastreo, que a día de hoy sigue sin funcionar. El proceso de desescalada me pareció en buena parte aplicar recetas rígidas, algunas de las cuales funcionaban y otras eran más cuestionables. La población se tomó al pie de la letra que habíamos vencido al virus y hubo un tremendo efecto rebote. Después de meses confinados la gente quería recuperar su vida social.

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