Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Periodistas, militantes, en el exilio o solo niños: los recuerdos del golpe

Los dirigentes políticos en activo rememoran vivencias propias y familiares del intento de golpe - Puig, Ábalos y Ribó ya tenían cierta acción política

Periodistas, militantes, en el exilio o solo niños: los recuerdos del golpe

Niños y niñas la mayoría, alguno ya veinteañero o más mayor, los referentes políticos actuales recuerdan perfectamente aquella tarde del 23 de febrero de hace 40 años cuando la joven democracia tembló y los reaccionarios trataron de quebrar, como tantas veces en la historia de España, los avances ganados en derechos y libertades.

El presidente, Ximo Puig, 22 años, ejercía de periodista en Mediterráneo de Castelló. Escribía de política y recogía crónicas de las comarcas. El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, militaba en el PCE, como el alcalde de València, Joan Ribó. El eurodiputado popular Esteban González Pons vivía cerca de la Gran Vía, en València, y recuerda que se acercó con su padre a ver los tanques.

El resto tiene mirada de niño, pero relata las vivencias de aquellos días junto a sus familias.

La vicepresidenta, Mónica Oltra, residía en Alemania. Tenía 11 años y su familia conoció por un noticiario que algo grave ocurría en España. «No se podía llamar y tengo grabada la angustia que noté en mis padres cuando pregunté qué pasaba y respondieron que no podríamos volver a España, ahí tuve conciencia de la magnitud».

Puig recuerda la intensidad de aquellos días. «El ruido de las máquinas y el humo de la redacción, la lectura del bando de Milans o la llegada de la Policía Militar que se quedó en la puerta con una furgoneta y cómo pensamos que iban a intervenir el periódico, aunque los medios todavía eran del Estado».

El ministro José Luis Ábalos (1959) rememora que, con 21 años, el golpe le marcó. «Ese día comprendimos que había un riesgo real de involución, de perder la libertad que ya tocábamos con la punta de los dedos y el impacto de los tanques por las calles de València fue tremendo», explica.

La presidenta del PP, Isabel Bonig, tenía 10 años pero sí recuerda nerviosismo en su casa familiar de la Vall d’Uixò. «Sobre todo en mi padre (recientemente fallecido) que era militante socialista y de UGT y mi abuelo, un histórico, y que por esa época estaban muy activos. Lo que más tengo grabado es la llamada de mi abuelo a mi padre en la que le dijo que estuviera preparado para cualquier cosa».

Ribó daba clase junto al cuartel

El alcalde de València, Joan Ribó, daba clase en un instituto del distrito Marítimo, junto al cuartel de la Guardia Civil de Cantarranas. La tarde del golpe ayudó en la sede Comisiones Obreras a romper papeles. «Había mucha preocupación, militaba en el PCE y al día siguiente fui a clase y muchos alumnos eran hijos de guardias civiles y varios bedeles habían sido guardias. Hasta que esa mañana no salieron del Congreso hubo mucha tensión. Me tranquilizó, tengo que decirlo, la salida del rey », señala.

«Miedo a la represión»

Ábalos dice que aquel día la clandestinidad «perdió toda la épica, sobrepasados por el miedo a la represión». En abril de 1981 abandonó el PCE y se afilió al PSOE. Y está seguro de que aquel l 23F decantó su compromiso y su carrera.

«Yo vivía en Castelló con amigos de mi edad -recuerda Puig- justo al lado de la sede de Fuerza Nueva, donde estaban de celebración. Ahí tuvimos miedo. Recuerdo que cerramos todo y bajamos las persianas y hablaba con familiares en Morella y allí estaban quemando papeles y algún conocido ya había salido del pueblo, fue muy impactante», rememora Puig.

González Pons (1965) estaba en tercero de BUP y le resulta imborrable la presencia de los tanques. Vivía cerca de la Gran Vía y acompañó a su padre a ver los blindados a la altura de la plaza de Cánovas. «Me cogió la mano y noté que tuvo miedo, porque él sí sabía lo que podía ocurrir. Yo no imaginaba el daño que podían hacer». «Recuerdo que uno de los soldados se bajó del tanque y se puso a orinar, no eran soldados amenazantes, eran chicos como yo y nos miraban con indiferencia», describe.

Bonig recuerda que otra de las imágenes en su retina es la de su padre rompiendo papeles y la sensación de alivio cuando salió el rey. «En mi casa han sido republicanos pero desde entonces el rey se ganó la admiración de la familia», dice.

Pons añade que su familia cerró la casa de su tío Gustavo, militante en el antifranquismo, que decidió salir de la ciudad rumbo a Francia (se quedó en Benicàssim) y escondieron libros y pasquines.

«Intuí que era algo importante»

Martínez Dalmau tenía diez años. «Intuía que algo importante estaba pasando porque se notaba el nerviosismo», señala. «En mi casa siempre se intentó evitar hablar del pasado porque mi abuelo Batiste Dalmau fue represaliado por republicano y en un ambiente tan conservador como es el pueblo de Teulada hablar no ya de republicanismo sino de pensamiento democrático era muy peligroso y podía tener consecuencias».

El líder de Cs, Toni Cantó, vivía en las Platgetes de Oropesa e iba al instituto en Castelló. «Mi familia es bastante política, mi padre trabajaba en el Hospital de Bellvitge y no estaba en casa. Recuerdo que estuvimos bastante asustados por si volvía la dictadura. Mi padre rompió documentos y también recuerdo que al final de la noche, cuando salió Juan Carlos I, mi madre nos mandó a la cama». Miradas de un día en que peligró la democracia.

Compartir el artículo

stats