¿Qué tiene Altea Hills para atraer a las grandes fortunas rusas? Pues mucho lujo y sobre todo discreción garantizada. Esta urbanización ubicada en el término de la localidad alicantina que le da nombre, cuenta con vigilancia 24/7, barreras de seguridad y un circuito cerrado de televisión que monitoriza todo el recinto y un sistema de control de matrículas para todos los vehículos que entran y salen del complejo. Servicios que sin duda han acabado de convencer al presidente ruso, Vladimir Putin, para visitarla en algunas ocasiones.

Muchos de los residentes de Altea Hills son rusos. De hecho, en la provincia de Alicante hay empadronados cerca de 25.000 ciudadanos del país soviético que han elegido el sur de la provincia y la zona de la Costa Blanca para asentarse.

Alrededor del 25 % de los residentes de Altea Hills son rusos, aunque también hay españoles, holandeses... y ucranianos

La predilección de los rusos por una localidad como Altea queda patente en cuanto se cruzan los límites del municipio. El alfabeto cirílico salpica los carteles publicitarios anunciando servicios inmobiliarios, también está presente en las cartas de los restaurantes y hay revistas destinadas exclusivamente a los rusos y su elevado nivel de vida. Son muchos años de convivencia y la lengua rusa ya no es una extraña para los vecinos

Levante-EMV ha hablado con una vecina de esta urbanización para conocer cómo es el día a día en una de las zonas de ultra lujo de la Comunitat Valenciana que tiene como vecinos a un cargo importante de la empresa gasística más importante de Rusia y a las hijas del exmandatario ruso, Mijaíl Gorbachov. En el caso de Vladimir Putin, sus visitas han pasado casi inadvertidas para quienes están afincados "siempre se ha comentado que viene un par de veces al año a pasar unas temporadas en una de las villas".

Se estima que alrededor del 25 % de los residentes de esta entidad urbanística de conservación son de nacionalidad rusa. "Son gente muy discreta, pero todo lo que tienen de reservados lo tienen de ostentosos", explica esta residente de Altea Hills

No es extraño encontrarse coches de la marca Rolls Royce, Porsche, Hummer o Ferrari por las empinadas calles de la urbanización. El precio y el lujo de las viviendas asciende conforme se sube por la ladera que ocupan las casas, es decir, cuanto más alto, más caro. También se tienen mejores vistas, claro.

Un Rolls Royce aparcado en la puerta de casa en Altea Hills Google Maps

Las villas más caras de la zona son propiedad de ciudadanos rusos. Estas viviendas tienen precios que oscilan entre los 3,5 y más de siete millones e incluso en algunos casos ni siquiera el valor está disponible de forma pública. Salones inmensos, cocinas americanas con vistas al mar, ascensores, fuentes en el jardín, salas de cine e incluso salones de belleza propios se pueden encontrar en estas construcciones.

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Una espectacular villa en Altea Hills con un precio de 7.500.000 euros Think Spain

Algunos de los vecinos se construyen verdaderos palacios a los que tardan años en ir o que solo visitan en breves temporadas. Por supuesto para cuidar estos palacetes hay personal de mantenimiento disponible: gente que se encarga de la piscina, otros del jardín y por supuesto el cuerpo de seguridad privada de la urbanización que lo conforman unas 10 personas.

Las parcelas tienen una superficie media de unos 900 o 1.000 metros cuadrados, "hay gente que se ha unido dos parcelas o más para hacerse la casa". Modernas, tipo colonial... la variedad es amplia, pero eso sí, todas con piscina y una gran parte con gimnasio. Los suelos de mármol, los inmensos jardines también son una constante en estas mega villas.

Entre los propietarios (o expropietarios) también se hallan apellidos españoles. Bertín Osborne, Juan Carlos Ferrero, Francisco o Pedro Piqueras son algunos de los personajes más conocidos que han tenido casa en Altea Hills.

Los puntos de reunión de los vecinos

La gran variedad de nacionalidades que se juntan en este oasis dorado ha provocado una situación muy curiosa y es que en las juntas de propietarios se cuenta con traducción simultánea. Un detalle un tanto peliagudo en este crisol de procedencias: también hay vecinos ucranianos en la urbanización.

Pero más allá de los encuentros para hablar del mantenimiento de la zonas comunes, los habitantes de Altea Hills también alternan entre ellos en encuentros puramente sociales y lúdicos. Además de las fiestas en las casas que suelen organizarse, el club deportivo Campomanes es uno de los sitios en los que ver y dejarse ver coincidiendo con los propietarios de los yates atracados.

Antes, era el hotel de cinco estrellas el que servía de punto de encuentro entre los vecinos quienes tenían acceso al club social, a la zona de animación e incluso a la piscina. Este establecimiento cerró y ahora está previsto que tras una impresionante remodelación abra sus puertas el que será el hotel más lujoso de España.

Por cierto, un apunte, los no residentes sí pueden acceder a la urbanización, no es necesaria la invitación de algún vecino. Aunque eso sí, hay un acceso vigilado exclusivo para estos en el que se preguntará cuál es el destino y se quedará registrada la matrícula. Las cámaras de vigilancia harán el resto. "Nunca ha habido un robo en esta urbanización". No es extraño.