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Violencia machista

"Hui de mi país para seguir viva y aquí estoy muerta en vida"

Eva, nombre ficticio, huyó de su casa en el Norte de África para que su familia no la matara por «deshonrar» su nombre tras ser víctima de una violación y vive con miedo tras sufrir maltrato en España

Acto de condolencias y pésame por las dos mujeres de Terrassa asesinadas en Pakistan organizado por la Asociación Cultural Educativa y Social Operativa de Dones Pakistánies en Barcelona. AUTOR: MANU MITRU Manu Mitru

Eva (nombre ficticio) dice que es como un pájaro en una jaula. Se siente así. Huyó de su casa en un país del Norte de África cuyo nombre omite este periódico para garantizar su seguridad porque su vida peligraba. La pequeña de nueve hermanos, «la princesa de la casa», tal como ella define. Y también la soñadora. El asesinato de dos hermanas de Pakistán que residían en España por rechazar el matrimonio concertado y querer divorciarse, recuerda a historias como la de Eva.

El machismo ha acabado con su libertad, con su familia, con su proyecto de vida. «Hui de mi país para seguir viva y aquí estoy muerta en vida», relata a este periódico en un momento en el que no tiene su situación regularizada y se esconde para protegerse de su ex novio maltratador que acaba de salir de prisión y le amenaza con contarle a su familia dónde vive.

Cuando sus padres murieron, siendo ella tan solo una adolescente, se quedó con sus hermanos. «Y empezó el horror». «No tenía derechos. Mis hermanos, mandaban sobre mí por ser hombres, me sometían por ser mujer. No podía salir sola, ni con otros chicos de mi edad, me pegaban continuamente por la ropa que llevaba, por decir ‘no’, por hablar por mí misma y querían quitarme la herencia que mi padre me dejó». De hecho, ella ni tan siquiera sabía que tenía un dinero heredado. Sus hermanos la gastaban a su antojo. 

La violación, una sentencia

Un día, el jefe de la empresa donde hacía las prácticas de informática (trabajaba de periodista pero tuvo que dejarlo por las amenazas de muerte de grupos terroristas) la violó. Esa fue su primera experiencia sexual. Y allí, «eso es como una sentencia de muerte». Joven, soltera y desvirgada. «Había roto el ‘honor’ de mi familia y no podía contar lo que había ocurrido porque sino me esperaba violencia y muerte».

"Para ellos había roto el ‘honor’ de mi familia y no podía contar lo que había ocurrido porque sino me esperaba violencia y muerte»

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Las dos hermanas de Pakistán asesinadas han sido víctimas de un supuesto «crimen de honor», por el que miembros de tu familia te matan por «desprestigiar» el nombre con algún comportamiento sexual. Eva se salvó de la muerte porque huyó, pese a ser ella la principal y única víctima. «Ya me esperaba violencia por intentar ser una mujer libre y por no casarme».

Se comió el sufrimiento sola. No encontró consuelo ni en la policía, que le respondió cuando fue a denunciar «¿pero tú te has visto?, mira cómo vas vestida, provocando». Huyó. Dejó los estudios, el trabajo, la familia, las amigas y se buscó la vida como pudo. Estuvo siete años escondida. Viviendo en el almacén de una tienda donde trabajaba, gracias a la ayuda de su jefe, que le dio apoyo para que pudiera vivir «si se puede llamar así, porque no podía ni andar por la calle, solo salía en coche, ni salir con nadie por la noche, porque cualquiera me podría haber visto entrando en la tienda y saber que vivía allí». 

"Mi expareja y maltratador era perfecto conmigo, pero cuando supo que ya me tenía, se volvió como mis hermanos. Me quiso someter por ser mujer"

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Se cansó de esconderse en su país. Y tras intentar vivir con una pareja italiana que tuvo en Italia, vino a España. Sin decirle a nadie dónde iba. Sus hermanos, también sus verdugos, no saben de su paradero a día de hoy. Estuvo yendo y viniendo un tiempo, vendiendo y comprando los productos para la tienda donde trabajaba, hasta que, tras invertir en cursos de castellano, decidió empezar una nueva vida en España y cerrar la puerta de su historia familiar. Empezó a estudiar y obtuvo la residencia por ser estudiante.

Consiguió la de trabajo durante un tiempo pero todo se truncó. Le robaron los papeles en un tren y tras mucha burocracia para la residencia, el permiso de residencia terminó por expirar en el tiempo. Desde antes de la pandemia que no tiene su situación regularizada, lo que le hace estar en una situación de extrema vulnerabilidad porque en València, además, ha sido de nuevo víctima de violencia de género. Lo conoció en la playa. «Era perfecto conmigo, pero cuando supo que ya me tenía, se volvió como mis hermanos. Me quiso someter por ser mujer». «Yo le decía que se estaba comportando como mis hermanos». La violó dos veces.

Ella supo después de dos años que no era militar, como le decía, sino que le llamaba cada vez desde un número y había "tanto secretismo en todo" porque estaba en prisión. «Cuando lo descubrí quise dejarlo y recibí violencia y agresiones sexuales». Lo denunció. Durante un tiempo obtuvo protección como víctima. 

«Para la justicia no soy nadie»

Pero ayer (por anteayer) él salió de la cárcel y ella está indefensa. «A ojos de la justicia no soy víctima ya. No soy nadie. No tengo papeles. No tengo trabajo. Pero tengo mucho miedo», relata. Cambia cada ciertos meses de piso, no coge el teléfono a números desconocidos y a duras penas sale de casa. «Soy un pájaro en una jaula. Pero sé que algún día abriré la puerta y podré volar. Ojalá llegue pronto».

Está aterrada de que su maltratador contacté con su familia en su país del Norte de África y les diga donde está

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Eva está aterrada de que su maltratador contacté con su familia en su país del Norte de África y les diga donde está. «Si me hubiera quedado allí no estaría viva», añade, «pero lo peor es mi ex».

«Borré la historia de mi familia hace casi ocho años, cuando empecé aquí mi nueva etapa y ahora por culpa de mi ex volví a tener miedo de ellos». «Si se enteran de dónde estoy, vendrán a por mí», cuenta Eva. Siempre quiso volar. Ser libre. Cumplir sus sueños. Y la violencia machista la tiene anclada a una jaula.

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