"Ser cooperante es una forma de entender la vida. Sabemos que existe un mundo más justo y hacemos todo lo posible para construirlo". Cristina Ramón es la presidenta de la Coordinadora Valenciana de ONGD, que agrupa a 48 asociaciones con 299 proyectos que, cada una desde un pequeño rincón del mundo, forman un gran vendaval.

Llanos Rodríguez ha sido toda la vida trabajadora de banca. Ahora está prejubilada pero hace diez años creó la asociación CIM Burkina, para ayudar a la población local de Burkina Faso. Todo comenzó con un viaje de placer al país por el que quedó prendada. Y desde entonces ayuda lo que puede, que no es poco. De hecho es más que lo que hace el 99%.

"Las cooperantes llevamos la justicia social en la sangre". Así lo definen Cristina y Llanos, como una pulsión que no se puede evitar. De hecho, explican que las cooperantes suelen ser "polimilitantes" de muchas causas, y que su trabajo va muchísimo más allá del terreno y de países lejanos. "Una de las cuestiones que más trabajamos es la incidencia política y la denuncia de las vulneraciones de derechos, que la ciudadanía se informe y participe en estas cuestiones, no solo nosotras", explica Cristina Ramón.

Granos de arena

"Nuestro trabajo no son acciones puntuales", explica Rodríguez. Son personas que, cada uno desde su pequeño rincón del mundo, ayudan al desarrollo de 6,29 millones de personas -si hablamos solo de las entidades de la C.Valenciana-, la mayoría mujeres y niños. Y lo hacen, como explican "intentando huir del paternalismo".

"La gente ve la pobreza como algo indigno, y tenemos que conseguir que lo vean como una gran injusticia. Como lo que es"

Cristina Ramón - Presidenta de la Coordinadora Valenciana de ONGD

"Ya los colonizamos una vez, no les hace falta una segunda", explica Rodríguez. "Nosotros defendemos que las personas no son objetos de ayuda, sino sujetos y dueñas de su propio destino, así que son protagonistas de su desarrollo. Llegamos y planificamos todo en función de lo que ellas nos dicen", apunta la voluntaria de CIM Burkina.

De hecho -continúa Cristina Ramón- "esto se ha visto en el caso de Ucrania. El paternalismo no funciona, canalizar la ayuda a organizaciones que llevan años trabajando sobre el terreno y lo conocen mejor que nadie sí". Para Ramón, todas estas acciones se hacen con la mejor intención del mundo, pero deben ser bien coordinadas porque "el asistencialismo al final colapsa y genera problemas".

Cristina Ramón y Llanos Rodríguez, de la Coordinadora Valenciana de ONGD Fernando Bustamante

El perfil del cooperante no ha cambiado demasiado. Mejor dicho, de la cooperante, porque la mayoría son mujeres jóvenes que inciden especialmente en labores relacionadas con la educación "que hace falta allí y aquí" apunta Llanos. La pandemia ha influido enormemente en las labores de cooperación al cerrar las fronteras, y los periplos de ayuda a la cooperación han seguido tremendamente restringidos hasta ahora, cuando se están recuperando muchos viajes de seguimiento sobre el terreno tras la etapa más grave de la pandemia.

Cristina Ramón reivindica la imagen injusta que se ha vendido de los cooperantes. "Se nos ve como gente de buena voluntad pero ingenua, como si nos hubiéramos caído de un guindo. Y no es así, somos personas muy preparadas que también podríamos estar en el sector privado en puestos muy valorados por nuestros conocimientos, pero decidimos esto", explica.

Igual que la de ellos, dicen que existe una imagen "totalmente distorsionada" de los países en vías de desarrollo. "La gente no tiene ni idea de la realidad de estos países", cuenta Cristina. Todavía pesan demasiados estereotipos que no son reales, y una imagen de la pobreza que hay que conseguir cambiar.

"La gente ve la pobreza como algo indigno, y tenemos que conseguir que lo vean como una gran injusticia. Como lo que es", dice Ramón. Porque ese es el objetivo, pegar golpes en la cabeza a la gente, sensibilizar, "las cooperantes también somos activistas que salimos a las calles", reivindican.

Al final del día, lo que quieren tanto Cristina como Llanos es cerrar la asociación. Su objetivo es dejar de hacer falta. Desaparecer. "En realidad las oenegés ni siquiera deberíamos existir. Es responsabilidad de los gobiernos velar por el bienestar de sus ciudadanos, y si están así es responsabilidad suya. Existimos porque los gobiernos no cumplen sus obligaciones", dice Rodríguez.

Cristina, Llanos, o las cooperantes que participan en los 299 proyectos de la C.Valenciana son ciudadanas que gastan su tiempo libre en poner un granito de arena para un mundo un poco mejor. No dan limosnas, no hacen turismo, no son demasiado ingenuas y no son "salvadoras blancas". Son personas que aportan. Muchas.