Cualquiera que utilice una red social sabe que, bien utilizada, puede ser una fuente de intercambio de experiencias y recomendaciones. Algo así, aunque con un objetivo divulgativo, es lo que hace Agustí Hernández a través de Pobles Abandonats, un perfil en diversas redes sociales donde da a conocer rincones de la C. Valenciana desconocidos o poco transitados. Tras su obra digital hay tres libros editados que, con el mismo título, recorren los pueblos abandonados valencianos, los de la Península Ibérica y un tercero donde mezcla paisajes, pueblos y poesía. Ahora ultima la publicación de «Tolls i salts d’aigua valencians», una suerte de enciclopedia sobre los rincones de agua más atractivos y, en su mayoría, desconocidos, de la autonomía. En los años que lleva en la búsqueda de enclaves valencianos únicos, Hernández se dio cuenta que el paisaje «crea conciencia y pertenencia» .

Los fondos para su edición los recauda a través de una campaña de «crowfounding» que ya lleva la mitad del presupuesto alcanzado. Hernández publica en él 400 fotografías en 160 páginas, todas hechas por él en excursiones con su familia y amigos. Asegura que es una técnica porque personalizar la fotografía «te da la perspectiva para saber cómo es la charca». Entre distintos tonos de azul y verde, todos (o casi todos) los rincones donde poder darse un chapuzón de la C. Valenciana están en este libro. A ellos ha accedido «a través de mapas cartográficos y del ejército» porque no existe un archivo como tal que recopile estas charcas valencianas. «Son sitios de ocio, nada técnico, por lo que no están registradas», explica. Las iba encontrando cuando buscaba pueblos abandonados, lugares que junto a esas casas también fueron olvidados y que hace que hoy haya muchos que mantienen su originalidad. Todos, además, son espacios «identitarios» de los residentes en esos pequeños pueblos porque son espacios socializadores. «Hay gente que ve las imágenes que publico en redes y me cuentan que aprendieron a nadar allí», explica.

Los paisajes de Agustí Hernández

Los paisajes de Agustí Hernández

Pozas hay de todo tipo. Algunos están cubiertos por vegetación; otros tienen una depuradora al lado. A otros se cobra entrada para acceder y algunos son puntos de encuentro entre jóvenes y la basura aparece alrededor.

«La gente está redescubriendo estos lugares. Los valencianos éramos grandes desconocedores de nuestro entorno; conocíamos mejor la montaña de Teruel que la valenciana», lamenta. Sin embargo, reconoce que desde hace cuatro o cinco años, sí se aprecia un gusto por lo local que antes no había. «La puntilla ha sido el cierre perimetral por la covid», explica, ya que eso ha forzado a muchos valencianos a hacer sus escapadas de puertas para adentro: «No creo que los valencianos vayan a querer más ahora el territorio, se adaptan a las restricciones, pero claro que habrá otros que verán que se están yendo fuera cuando aquí tienen lugares fascinantes», señala Hernández.

El autor cree que su nueva obra saca a la luz un debate en torno a la gestión de estos espacios. Los ayuntamientos están haciendo un esfuerzo por volver a poner en valor estos espacios para la gente no local, si no visitantes, y eso conlleva una serie de nuevos planteamientos: según se pregunta Hernández, ¿deberían mejorar los accesos? ¿Y cobrar entrada? ¿Señalizar los espacios?. Es un fenómeno que, como adelanta, también se está dando en los miradores. «En la montaña te encuentras a personas que no van preparadas para estar allí y tienen que ir con cuidado», apunta.

Los paisajes de Agustí Hernández