Sucedió entre platos de gazpacho manchego servidos en el Mesón Pincelín de Almansa, en 2009. La mesa la compartían tres empresarios de la Ribera. El primero, Ramón Lis, dirigía un entramado de firmas vinculadas al ladrillo, fue apoderado de la CAM y, antes de fallecer, en 2015, era conocido por su estrecha relación con diversos cargos públicos de alto nivel, entre ellos, Alfonso Rus. Su nombre apareció relacionado con la rama de blanqueo investigada en la Operación Taula antes de la detención del exbarón provincial.
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El segundo, José Andrés Asunción, también se dedica a la construcción y, hace unos meses, denunció en los juzgados que Lis, su socio durante años, se ofreció a «arreglar», a cambio de tres millones de euros, la adjudicación del macrovertedero del Consorcio de Residuos V5 (COR) en los terrenos que éste había adquirido previamente en Llanera de Ranes, ofertados dentro de la propuesta de una de las licitadoras, Urbaser.
El tercero en discordia, José Ortega, mantiene una relación profesional de 30 años con Asunción y, el pasado miércoles, declaró como testigo ante el juzgado de instrucción nº1 de Xàtiva, que investiga un posible delito de prevaricación en el concurso de las basuras de la Costera, la Canal, la Vall d'Albaida, la Safor y el Valle de Ayora. Ortega aseguró a la jueza que Lis citó al constructor de Alzira en el restaurante albaceteño. Según la versión del declarante, Lis se ofreció a «arreglarlo todo» en lo referente a los permisos y papeles necesarios para la adjudicación del vertedero si Asunción le pagaba tres millones de euros. El querellante respondió con un enfado monumental, después de dejar claro que sus terrenos ya reunían todos los requisitos y que no iba a pagar ni un euro más.
El testimonio coincide con el expuesto por Asunción. A preguntas de la jueza, su socio Ortega declaró que Lis pidió el dinero para «comisiones y otros gastos», aunque no especificó en ningún momento si había sido enviado a la reunión por algún cargo público o si actuaba por cuenta propia. Tampoco dijo para quién era el dinero. Todo ello alimentó las sospechas de los letrados de la defensa, que le preguntaron si podría tratarse de un intento de estafa. El testigo respondió que desconocía si la intención de Lis era apropiarse del dinero o repartirlo con alguien, si bien puso en duda la primera opción, dada la estrecha relación de éste con Asunción, unidos por varios negocios, algunos vinculados a vertederos. Lis pidió una nueva reunión al constructor cuando estuviera más calmado —visto el enfado con el que había reaccionado a su oferta—, pero, según Ortega, tras el encuentro en Almansa ambos rompieron lazos.
Reunión «fantasma»
El testigo aseguró que, días antes de que Lis lo citara a comer, Asunción había discutido por la licitación con el entonces presidente del COR, Vicente Parra, si bien subrayó que, en ningún momento de la comida, el empresario afirmó que el dirigente le concedería el vertedero si pagaba el dinero. Parra, investigado en la causa junto a varios técnicos y los empresarios de la adjudicataria contra los que Asunción se ha querellado, negó a la juez el citado encuentro y dijo no tener ninguna relación con Lis.