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Pacto abortado

Vaya, el gobierno de Ontinyent devanándose los sesos para proyectar nacional e internacionalmente sus fiestas de moros y cristianos y, casi de carambola, dos de sus invitados al acto central de las entradas, Salvador Navarro y Joan Baldoví, diputado de Compromís, protagonizaron un encuentro en la tribuna de la avenida de Daniel Gil con la calle de Julio Capuz, que a punto ha estado de convertirse en una reedición del «pacto del pollo» autonómico, que hace dos décadas aupó, para desgracia de los valencianos, al PP y a Eduardo Zaplana (su obra de truhan está reflejada en el libro de Alfredo Grimaldos Zaplana, el brazo incorrupto del PP.Obviamente, ahora se trataba a nivel nacional, seguramente porque los Navarro llevan pegado a su ADN el dañino «per ofrenar noves glòries a Espanya». Baldoví y los suyos no traicionaron a los valencianos ni a su dignidad, restándole votos a ese pérfido político, y su partido el PP, que es Mariano Rajoy.

Lo que aconteció aquella tarde-noche en Ontinyent trascendió a los medios de comunicación nacional, televisiones incluidas, y según desvelaba Levante EMV «La cita fue desvelada ayer (31 agosto) durante un corrillo entre empresarios con motivo del encuentro en la Albufera con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig».

En esta ocasión, Salvador Navarro, emulando al Federico Félix de 1995, se sacó de la chistera una «propuesta» para que los diputados nacionales de Compromís «faciliten con una abstención técnica la investidura de Mariano Rajoy a cambio de un compromiso en firme para mejorar la financiación de la Comunitat Valenciana». Esperpéntica propuesta de cambio de «cromos», que viene a abundar en la máxima de «zapatero a tus zapatos».

Visto el asunto desde Ontinyent, cabe felicitarse porque la ciudad no haya dado nombre a tan deshonesto pacto. Máxime cuando el partido beneficiado, el PP, está inmerso en centenares de casos delictivos y corrupción, algunos de cuyos cargos ya cumplen condena de prisión (Jaume Matas, Rafael Blasco, etc.), pese a la laxitud de leyes y jueces, donde la impunidad es clamorosa hacia muchos casos del PP, y pese a su gravedad siguen impunes. Empezando por el mismo Rajoy, quién a la vista de los papeles de Bárcenas y otras tropelías, en otro país de mayor tradición democrática ya estaría entre rejas o expulsado de la función pública.

«Cambalache» empresarial

¿Y con esta mala suerte de partido político pretendían jugar al «cambalache» los empresarios valencianos? Cuando es bien sabido que la política justa es otra cosa. ¿Qué crédito merece un partido como el PP, que tras lograr la Generalitat en 1995, en vez de invertir en estrategias para la industria textil valldalbaidina le birló a la asociación de empresarios textiles de la Vall 5.000 millones de pesetas, para invertirlos en la quimérica Terra Mítica de Benidorm? De los que obviamente no recuperaron nada, y que también les habrían venido como colchón para amortiguar los azotes y sobrevivir algunos al tsunami chino del comienzo de siglo.

Sea como sea, quién si salió reforzado de la convocatoria festera fue el batle y presidente de la aún vigente diputación provincial, Jorge Rodríguez, al contar con la presencia estelar del presidente de la Generalitat en la tribuna municipal de invitados, con el tirón de altos cargos políticos y económicos que conllevó. Así es que, tras el chasco de Navarro, el morbo en dicha tribuna para el próximo año parece ya más que servido.

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