Ningún alcalde en Bocairent había resistido más de 8 años en el cargo. ¿Cuál es su secreto?
La respuesta deberían darla los votantes. Pueden haber coincidido la confianza en un grupo de personas, la transparencia y honradez en la gestión y una serie de proyectos que cubrían las expectativas de los vecinos y las vecinas.
¿Cómo ha cambiado el pueblo en esta década de gobierno?
Sería muy pretencioso por mi parte afirmar que hemos cambiado el pueblo. Nuestra tarea han sido una serie de pequeños proyectos que han intentado contribuir a la mejora del pueblo y de la vida de las personas. Con los recursos tan limitados que tiene un ayuntamiento, lo que se puede hacer es gestionar de la manera más honesta posible, mejorar las infraestructuras y dinamizar la vida cultural, social y deportiva. Nuestro objetivo ha sido siempre escuchar a todos y hacer lo que se pueda.
Desde el principio, usted decidió compaginar la vara de mando con su puesto como inspector educativo. ¿Cómo se lleva eso?
No he querido dedicarme de manera exclusiva a la alcaldía, por dos motivos: porque no quería abandonar mi trabajo y porque consideraba que un pueblo con menos de 5.000 habitantes no debía pagar a un alcalde lo que yo cobro como inspector. Eso ha sido posible gracias a un grupo de concejales que han llevado al ayuntamiento adelante y que me han permitido compartir dedicaciones.
¿Los ayuntamientos son los grandes maltratados de lo público?
Creo que sí. Al ser la administración que más cerca está de las personas, asumimos funciones que no nos corresponden y por las que no somos adecuadamente compensados. Hay una muestra evidente: somos los que más hemos reducido el déficit público y aún somos los más vigilados por el Gobierno.
¿Cuál es el momento más duro que recuerda como alcalde?
Las circunstancias extraordinarias que no se pueden controlar, como el incendio de 2010 o la nevada del mes de enero de este año. Ahora bien, lo que más me ha quitado el sueño han sido las consecuencias de la crisis, con la incapacidad de poder ayudar a la gente a encontrar un puesto de trabajo y a mejorar su vida cotidiana.
¿Y el más dulce?
Creo que hay momentos dulces de dos tipos. Por un lado, aquellos en los que se culmina un proyecto: la creación de la guardería municipal, el nuevo hogar del jubilado, la rehabilitación de la residencia de la 3ª edad o del puente de entrada al pueblo, el parque de los Vilars... Por otro lado, están los más íntimos: el agradecimiento de un anciano por un pequeño detalle, la visita al despacho de un grupo de niños de la escuela, el reconocimiento público a un vecino... Son los momentos que te emocionan y te hacen sentir muy cerca del tuyos.
Su gobierno ha puesto mucho el foco en el Bocairent turístico. Hoy, la localidad es uno de los destinos preferidos de interior.
Creo que lo que se ha conseguido es gracias a la simbiosis entre iniciativa pública y privada, con una materia prima de orden superior, como es Bocairent. Pero todavía queda mucho por hacer, como mejorar la oferta hotelera, diversificar el producto y conseguir superar la estacionalidad y algunos aspectos de la precariedad.
Bocairent ha de gestionar un amplio término forestal con escasos recursos. ¿Cómo valora la acción de las administraciones?
La masa forestal es de titularidad privada y la acción municipal está muy limitada. Ahora estamos terminando algunos proyectos: una franja forestal de seguridad en la Sierra de Mariola, uno de biomasa... Respecto a las administraciones, supongo que no pueden hacer más por la limitación de recursos económicos. La percepción que tenemos desde los pueblos de la sierra es bastante crítica: discursos prometedores después de los incendios, pero actividad escasa durante el año. Lo mismo ocurre respecto al Parque Natural de la Mariola: los vecinos perciben como una desgracia lo que debería ser una gran suerte, mientras que los ayuntamientos no recibimos prácticamente ninguna compensación por ser una «importante reserva ambiental y ecológica».
¿Cómo vive el enfrentamiento interno que hay en su partido?
Con un cierto distanciamiento. Me gustaría que no nos obligaran a sumergirnos de nuevo en un proceso de avales, primarias, etc. Si es así, me mantendré al margen. Si me buscan para trabajar en un proyecto unido de un partido progresista, valencianista, socialista y de renovación democrática, me encontrarán siempre dispuesto
¿Se presentará a la reelección como alcalde en 2019?
No. Ya lo he comunicado a los concejales, militantes y simpatizantes del partido. Mi etapa está a punto de acabarse y he de dar el relevo a personas más jóvenes, con ideas nuevas e ilusiones renovadas. En cuanto a mí, será el momento de poder leer más, escribir y hacer vida familiar. Haber sido alcalde de Bocairent ha sido una suerte inmensa, que tengo que agradecer a la gente de mi pueblo.
Carga con tres mayorías absolutas a sus espaldas. ¿No le han ofrecido ningún puesto fuera del pueblo?
Hace unos años me dieron un cargo honorífico: presidente comarcal. Probablemente, ya me vieron mayor. Mi compromiso es con Bocairent y los vecinos de mi pueblo. Sólo un proyecto muy atractivo, para el que me sintiera absolutamente capaz, me haría cambiar de idea. Pero lo veo muy difícil. Seguramente, me falta un poco de ambición política.
¿Qué metas se marca de aquí al final de su mandato?
Hay un proyecto que depende de la Generalitat y que me gustaría ver culminado: la rehabilitación y adecuación de las nuevas instalaciones del CEIP Lluís Vives, nuestra escuela. Además, hay dos aspectos que quisiera solucionar: un sector del polígono industrial que falta concluir y la rehabilitación de las viviendas en ruina del barrio medieval. Aunque este es un problema es de los propietarios particulares, sólo se podrá solventar desde las administraciones públicas.