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Apertura de la Fosa 63 del cementerio de Paterna, donde habría restos de 19 víctimas de la Vall y la Costera, la semana pasada. | FERNANDO BUSTAMANTE

ADN de fallecidos para identificar a fusilados de Bocairent y Ontinyent

La dificultad de reconocerlos a partir de los descendientes vivos localizados, por la degradación del material genético, obligará a extraer muestras de los cadáveres de familiares directos muertos

Una de las reivindicaciones de familias de víctimas de fusilados del Franquismo, además de la apertura de las fosas, es la necesidad de hacerlo cuánto antes para evitar el fallecimiento de parientes directos que anhelan encontrar a sus familiares represaliados. Una premura que también marca la degradación del material genético de los descendientes. Es lo que ocurre en algunas víctimas de la Fosa 63 del cementerio de Paterna, donde se espera encontrar 47 fusilados el 25 de noviembre de 1939, entre ellos 19 vecinos de la Vall d’Albaida y la Costera. De siete de ellos se busca a familiares, mientras que de los otros 12 hay parientes que los han reclamado. Pero de algunos, su ADN no sirve para identificar a las víctimas, por lo que se recurrirá a familiares fallecidos para extraer muestras de los cadáveres. Así se hará con algunas víctimas de Bocairent y Ontinyent, con la apertura de nichos de parientes directos (padres, hermanos o hijos) para cotejar el material genético con el de los restos exhumados en la fosa 63, cuyos trabajos empezaron la semana pasada en Paterna.

Las labores de exhumación de la fosa se prolongarán hasta el verano. Manuel Polo, responsable de la empresa Paleolab, que coordina los trabajos de la fosa, ha explicado a Levante-EMV que en esta primera fase se combina la exhumación de restos con la toma de muestras genéticas para la identificación. «Cada vez quedan menos hijos de las víctimas, algunas no tuvieron descendencia, y hay sobre todo nietos y sobrinos. Trabajamos a partir del cromosoma Y, varones, por lo que a veces, en la segunda línea de descendencia, con nietos y sobrinos hay problemas para la identificación. Intentamos evitar, por ejemplo, los sobrinos, porque no funcionan bien», expresaba Polo, que ahondaba en que en los casos en los que el material genético de familiares vivos no es válido, hay que recurrir a la exhumación de familiares fallecidos. «Como tendremos que hacer con víctimas de Bocairent y Ontinyent de la fosa 63», afirmaba. Las familias han autorizado la apertura de los nichos.

La segunda fase de actuaciones consistirá en el estudio antropológico y la identificación genética, en laboratorios del grupo Paleolab y de Madrid, en el banco de ADN. Polo señalaba que «a finales de este año esperamos tener las muestras para analizar» y confiaba que en verano de 2022 se puedan tener los resultados. Polo ponía de manifiesto que el proceso «es largo y está condicionado a los familiares solicitantes que haya». Destacaba las «amplias posibilidades» de que el proceso tenga alto porcentaje de éxito en la fosa 63, porque «tiene muchas familias solicitantes». Manuel Polo recalcaba que lo importante en la exhumación de fosas «no es el número de víctimas que haya, sino el de familias solicitantes para cotejar el ADN». De ahí que pida a las administraciones «la necesidad de crear un banco de ADN», alertando que este material genético se degrada, por lo que «hay que actuar rápido». Los familiares de las víctimas también piden premura, para obtener los restos de sus parientes y darles digna sepultura.

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