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DIMARTS MERCAT

La pobreza más grande

La pobreza más grande

En la última colaboración en este periódico terminaba el escrito anunciando que imágenes de agua saliendo por las paredes de domicilios de Xàtiva no habían sido aprovechadas para distraer al personal, mientras se espera que no haya ninguna reacción a la vacuna de la covid. De las otras, las que hagan falta, pero de las problemáticas no se usted de que me habla. De logros, virtudes y concesiones no hay que privarse, pero cuando se trata de solucionar problemas, ay amigo, eso es otro idioma que únicamente se soluciona con el de la oposición. Quien te ha visto y quien te ve, que la hemeroteca traiciona sin avisar. Cuando uno es oposición, aparte de criticar todo lo criticable e incriticable, se empapa de vicios y de ninguna virtud, y luego esos vicios salen a relucir a las primeras de cambio, pero sin ningún signo de arrepentimiento ni culpabilidad. El poder engancha, corrompe, hace pecar y levanta pasiones, un erotismo desbordante que transpira por cada poro de la piel.

Dios, cómo engancha el poder; cómo levanta pasiones; cómo hace mentir; cómo provoca enseñando el principio de un pezón rosado que rompe cualquier arranque de calentura cuando se esconde ingeniosamente y sin avisar. Cuánta excitación hay que aguantar. Así somos en este país de media charanga y entera pandereta. No tenemos solución ni aportamos (aportan) soluciones los que tienen el deber y la obligación de hacerlo, que para eso cobran, y no poco.

Se viene encima el dilema de solucionar el problema de que 60.000 litros de agua potable se vierten a acequias, y que en algunos casos son verdaderos torrentes. 60.000 litros … mientras hay lugares, como el desierto de Afar en Etiopía, el lugar más cálido y seco del planeta, donde las tormentas de arena son constantes y se están llevado a cabo proyectos para abastecerles de agua y que se pueda sobrevivir, que no es poco. ¡Pero eso queda muy lejos, hombre! ¿A quien se le ocurre ir a vivir a ese sitio? ¡Ah, claro! Los que aquí dejamos correr un bien escaso y desconocemos que la falta de agua potable es la pobreza más grande que existe. Es el poder, ese del que hablamos antes, el que domina y marca el ritmo de la escasez en todo sin concesiones de nada. Lo mismo da dejar perder agua que colocar ladrillos del cuatro para hacer una muralla en un BIC como el Castillo. ¡Pero si no se da cuenta nadie! Luego se luce con cemento o mortero y que les den a quienes lo entiendan. Se opta por hormigón armado para hacer la chapuza y el vibrador del mismo material para destrozarlo. Sin malas interpretaciones con eso de vibrador, no van por ahí los tiros.

Las buenas intenciones quedan en eso cuando hablamos de algunos poderes y es tan grande el grado de estupidez, que el desprecio es la tarjeta de visita de quienes no tienen otra cosa que ofrecer excepto la calentura que provoca el pezón rosado que se esconde bajo el sujetador rojo pasión de la inexistencia. Solo el sueño de una noche de verano de la que habrá que despertar algún día. Luego habrá que preguntarle al médico a que obedecen los picores del estío y si tiene que ver con las chapuzas de las que somos testigos. Aquí se cambian los proyectos, los eventos que fueron y se marcharon sin despedida, las unanimidades que hacen posible el entendimiento y la sensatez, y se reinventan los motivos que nos hacen sentir espectadores de poco lujo y en absoluto nos importa que la gente no tenga agua y que países en vías de desarrollo sirvan para que les prometamos colegios y hospitales y luego se conviertan en compras de pisos en la calle Colón de València, o que alcaldes, diputados y camarilla del circulo de amistades, se hagan viajes por la cara para ver de cerca los pozos de agua que nunca se terminarán de construir, pero ellos llegarán con sus todo terreno levantando la pasión de quienes no tienen nada más que la promesa.

Si alguien se siente identificado en este escrito, tiene un problema, aunque le queda la solución de meterse las letras del negro sobre blanco y que sirve también para esconder maldades y oníricos pensamientos con cierto disimulo erótico. Que 60.000 litros de maldad no es nada.

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