Ha completado una docena de maratones en todo el mundo, ha coronado la cima de las 212 montañas de más de 3.000 metros de los Pirineos, ha escalado las cumbres más altas de cada una de las provincias españolas y ha ganado más de medio centenar de carreras populares en la categoría absoluta, pero el desafío más largo y doloroso de sus 25 años de trayectoria deportiva no lo ha librado ni sobre el asfalto ni sobre la tierra montañosa, sino sobre las baldosas de la administración de justicia.

El 11 de noviembre de 2018, Javier García Mascarell se vio inmerso en una auténtica pesadilla kafkiana después de quedar tercero en la carrera popular Behobia-San Sebastián. A pesar de que la prueba no tenía carácter oficial ni estaba homologada por ninguna federación deportiva, este corredor aficionado de 46 años fue sometido -antes de poder ni siquiera cambiarse- a un control antidopaje que arrojó un resultado positivo por la supuesta presencia de Meldonium en su organismo, un fármaco que asegura no haber ingerido nunca. Como consecuencia de la supuesta infracción, la Administración del País Vasco -la única autonomía con competencias propias en materia antidopaje- impuso a García Mascarell una sanción de 4 años sin poder competir. Un mazazo que se vio agravado por el daño que sufrió su imagen pública tras la difusión de la noticia.

Después de un calvario de tres años para demostrar el rosario de irregularidades que rodeó el proceso, el atleta le ha ganado un pulso al gobierno vasco en los juzgados. El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de esta comunidad acaba de anular la resolución por la que García Mascarell fue suspendido, al entender que el control antidopaje que le condenó no solo no reunió las condiciones exigidas por la normativa, sino que la Agencia Antidopaje Vasca ni siquiera tenía permiso para practicarlo porque no se trataba de una prueba federada. La propia sanción carecía de base legal. La sentencia de la sala de magistrados con sede en Bilbao estima la mayoría de los argumentos de la parte demandante e impone a la administración vasca las costas del proceso judicial.

La defensa del gobierno autonómico defendió que podía sancionar a García Mascarell porque estaba federado en la Federación de Deportes de Montaña de la Comunitat Valenciana. Sin embargo, la sentencia da la razón al deportista cuando indica que la carrera Behobia-San Sebastián «nada tiene que ver con los deportes de montaña».

«Han sido tres años difíciles»

Con el fallo en la mano, Javier García Mascarell está convencido de haber superado la carrera más difícil de su vida, porque ni estaba preparado para afrontarla ni su resultado dependía enteramente de él. Pero confiaba en la justicia y, desde el primer momento, supo que iba a luchar hasta el final para demostrar su inocencia. «Han sido tres años de una lucha difícil. El juicio era en el País Vasco contra el gobierno vasco y yo soy un conserje de instituto sin muchos recursos», resume, cogiendo perspectiva, el corredor.

Retrocediendo de nuevo a aquel 11 de noviembre de 2018, García Mascarell sigue sin explicarse lo que ocurrió: «desde el momento en que crucé la meta fue un cúmulo de despropósitos». En su recurso, denunció que en ningún momento se le informó de sus derechos antes del control. A un amigo le impidieron acompañarle. El acta de la sanción la firmó recién acabada la prueba, destemplado y muerto de frío. «Había papeles cambiados, me subieron al podio y me dieron el premio al primer clasificado cuando en realidad había quedado tercero... Nunca me dieron una explicación», prosigue el surrealista relato.

Para colmo, la resolución del proceso sancionador no le fue notificada en tiempo y forma y no pudo hacer alegaciones. García Mascarell presentó un recurso de alzada que fue inadmitido por el Departamento de Cultura del gobierno vasco, una decisión que el TSJ considera «contraria a derecho».

El conocido atleta de Xàtiva estuvo 2 años y 155 días sin poder competir. Después de presentar su recurso, en mayo de 2020, el tribunal le concedió una medida cautelar para hacerlo hasta que se resolviera el proceso, pero la pandemia retrasó su vuelta. La media maratón de Granollers, en junio de 2021, fue su primera prueba de fuego, y en ella exhibió el mismo nivel que a lo largo de su trayectoria: hizo una carrera prácticamente idéntica a la de San Sebastián, tres años atrás. «En el asfalto se ha demostrado mi inocencia», proclama Mascarell.

«Espero que ningún otro atleta popular sea víctima de esta injusticia»

Tras la sentencia, Javier García Mascarell solo quiere pasar página y recuperar su estado de forma óptimo. «Mi trayectoria es la que es. Nunca he hecho grandes marcas en carreras potentes, pero puedo decir orgulloso que durante 20 años siempre he mantenido el mismo nivel», defiende, para apuntalar su inocencia. La única compensación que busca es volver a competir, sin rencores. «Lo que vale es el mañana», dice, parafraseando a Pepe Mújica y tras agradecer el apoyo a toda la gente que ha estado a su lado pese a la campaña «brutal» en su contra. «Espero que ningún otro atleta popular sea víctima de la injusticia que sobre mi trayectoria y mi honor se ha cometido», desea. Su próximo reto es subir a la Aconcagua, una espina clavada desde hace tiempo. «Si he ganado este proceso, puedo ganar el otro», sentencia.