Dolors Palau, Valencia

Con una trama protagonizada por Marilyn Monroe y Truman Capote, el dramaturgo y traductor Octavi Egea se llevó el premio de teatro. El de poesía y el de periodismo de investigación quedaron desiertos.

Carlos Guzmán no es hijo ni nieto de aquellos exiliados que encontraron en México refugio para seguir viviendo y creando después de la Guerra Civil española. Tampoco el catalán fue su lengua materna. Sin embargo, este profesor de la Universidad de Jalisco ha trazado en Una geografia imaginària. Mèxic i la narrativa de l$27exili un análisis «riguroso, exhaustivo y bien escrito», como explicó Vicent Partal, miembro del jurado, sobre la obra de grandes nombres de la literatura catalana que vivieron allí. Lo hace con una mirada diferente, subrayó, no para retratar su condición de exiliados sino para poner el foco sobre su «mexicanidad», para captar su visión sobre un país en plena metamorfosis. Un país que mudaba su identidad en medio de la explosión demográfica de México DF y con la revisión de la revolución y la emergencia de la cuestión indígena como telón de fondo, tres de los ejes sobre los que se sustenta el ensayo de Guzmán. El galardón, indicó Partal, pone de manifiesto el incipiente interés de estudiosos extranjeros por acercarse a la literatura catalana con planteamientos innovadores.

La obra premiada con el Andròmina de narrativa, L$27aprenentatge de la soledat, es un «diario que puede leerse como novela» y que aborda, a lo largo de más de una década, la construcción de la personalidad del protagonista y de su mundo. Describe, apuntó el representante del jurado, Francesc Calafat, «la historia del deseo erótico apasionado e intenso y, al mismo tiempo, el mundo, clima y ambientes de la homosexualidad». Lo más interesante, quiso destacar Calafat, es que lo hace con una mirada «dura, desolada, descarnada, que disecciona con cierta frialdad las vivencias y pensamientos del protagonista».

El autor, David Vilaseca (Barcelona, 1964), recién aterrizado en un vuelo desde Londres, presentó L$27aprenentatge de la soledat como «una novela de aprendizaje, de descubrimiento de una vocación». Con ella, el catedrático de la Universidad de Londres se adentra, desde la ficción, en el territorio de la autobiografía, un espacio que ha cartografiado en su producción e investigación académica. Proust y su creación más universal dan aliento a una obra que reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre la voluntad de aferrarse a una magnitud que se escapa entre las entradas del diario y sobre la sensación de la pérdida de tiempo y de su sentido. En ella, dijo Vilaseca, indaga «sobre la construcción de la identidad subjetiva, sobre cómo nosotros pensamos sobre nosotros mismos, algo que inevitablemente tiene un efecto retrospectivo». Un punto mágico en el que el protagonista, a la manera proustiana, encuentra sentido a todo el tiempo perdido en busca de un espejismo. El referente cinematográfico estaría en Vértigo, «con el personaje de James Stewart buscando su ideal perdido en una película lenta, en la que no pasa nada, como en esta novela, lenta y aburrida, en la que el personaje se aferra a repetir y repetir, unas repeticiones que son necesarias para que se entienda el final».

Marilyn y Truman Capote

Octavi Egea reconstruye en Zona de persones perdudes (Lost person area), ganadora del premio de teatro, la amistad entre Marilyn Monroe y el escritor y periodista Truman Capote, justo cuando el último abismo se abría bajo los pies de la actriz. El escritor y adaptador de comedias de éxito como Grease, nacido en Barcelona hace 61 años, sitúa la acción en el momento en que Capote tiene que comunicarle que, por imposición de la productora, no podrá protagonizar la obra que escribió para ella (Desayuno en Tiffany$27s). En este texto Egea ha querido mostrar, dijo, «cómo se ven desde fuera los triunfadores y cómo el éxito profesional no tiene nada que ver con lo que sucede a nivel personal». La portavoz del jurado, Àngels Aymar, subrayó que se trata de «una obra bien escrita y dialogada», fácil de imaginar montada sobre un escenario, en la que se refleja «la presión angustiante que acompañó la decadencia y la muerte de la actriz».

Desiertos los de poesía y periodismo

El Premi Vicent Andrés Estellés de poesía, al que concurrían una veintena de originales, fue declarado desierto. Pere Ballart explicó en nombre del jurado que, pese a la diversidad de propuestas y estéticas, «la calidad no pasaba de ser discreta». Sobre los encargados de valorar los poemarios planeaba una reflexión: «Escribir bien poesía requiere cumplir muchos requisitos a la vez y hay una gran cantidad de poetas que sólo cumple uno». También el Premi Ramon Barnils quedó desierto, ya que «ninguna de las 27 propuestas presentadas respondía a las expectativas del periodismo de investigación», pese a que algunas, como argumentó Núria Cadenas, podrían ser publicables.