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Los Troyanos miran al futuro

Gergiev levanta la adaptación del clásico de Berlioz con el que abre su cuarta temporada el Palau de les Arts - La producción apuesta por la innovación y el atrevimiento, principales señas de indetidad de la Fura dels Baus

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Los Troyanos, la ópera intensa e inmensa en la que Berlioz aplicó toda su teoría sobre lo que la expresión musical debía de ser más allá de una mirada a la acción, abrió anoche la cuarta temporada del Palau de les Arts.

Hace unos días los críticos se preguntaban qué pensaría el compositor francés que nunca vio su obra montada de forma global sobre una adaptación contemporánea que el coliseo propone en este montaje y cómo se afrontaría desde la concepción de unos gusanos informáticos que suplantan el final de Troya. Gergiev por su parte, recordaba que su objetivo era el dramatismo de la obra más allá de la tecnología. Ese choque de titanes de la epopeya Eneida que plantea el texto de Virgilio era el reto a superar. Más aún cuando el romanticismo tiene a la ruina como referencia metafóric y punto de arranque de construcción de un nuevo mundo. Quizás por ello, Gergiev asumió el reto vestido en ropa de faena, con camisa negra y sin batuta, dirigiendo sólo con las manos y con una orquesta pendiente de cada uno de sus movimientos de forma decidida.

Sin apenas escenografía, con un caballo de Troya de cristales reflectantes que simbolizaban el mismo concepto poliédrico de la obra de Berlioz y con una concepción escénica sustentada en las holografías, las luces, y un diseño futurista, los Troyanos subían a escena en una nueva clave puramente Fura dels Baus. Un espectáculo en el que los recursos son reconocibles en la estética de esta compañía parateatral a la que le tocaba montar esta ópera de cinco horas de duración y que jamás había sido llevada a escena en España. Seguramente por la dificultad que conlleva afrontar un reto de estas características y el desgaste que para cualquier orquesta y elenco supone.

Por eso había expectación. Hasta el extremo de que los principales palcos estuvieran ocupados por una alta representación del Consell, con Francisco Camps al frente y acompañado por la misma alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.

La versión de Los Troyanos planteada por el Palau de les Arts tiene en sus primeros cuadros algunos detalles que es de suponer el tiempo pondrá en su sitio, como pueden ser ciertos desequilibrios de iluminación que quizás oscurecen en exceso el espectáculo, la exigencia de un mayor movimiento y determinadas referencias audiovisuales que ralentizan su agilidad. Sin embargo, todo ello se suple con un vestuario ingenioso y atrevido, una orquesta que asume un total protagonismo y un elenco artístico que sabe sacar partido de la partitura del compositor galo. También con esos cuadros a los que la Fura dels Baus sabe sacar partido como puede ser el suicidio con el que se cierra el primer acto.

El guiño a la suplantación de la cultura troyana como virus informático no acaba siendo del todo reconocible. Aunqu en todo momento esté presente a base de imágenes. Sin embargo, Los Troyanos son una apuesta decidida y otra vuelta de tuerca a la concepción de la ópera en pleno siglo XXI, algo por lo que el Palau de les Arts viene apostando desde sus inicios y que hasta el momento le ha dado tan buenos resultados como así ocurrió con la tetralogía wagneriana. El aforo se completó y aplaudió con ganas un nuevo espectáculo total.

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