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En torno a Debussy

Alfredo Brotonsvalencia

Obras de Chausson, Fauré y Ravel

Palau de la Música (valencia)

Orquestra de València. Director: Michel Plasson.

Dentro de la temporada que concluye, este ha sido el segundo monográfico dedicado por la Orquestra de València a la música francesa. Como acicate han compartido la evitación de Debussy en favor de los compositores que llevan a él o parten de él. Esta vez, fueron Ernest Chausson y Gabriel Fauré los que aparecieron como dos eslabones en absoluto perdidos pero no siempre lo bastante tenidos en cuenta entre César Franck y el autor del Mar. Suerte buscada y encontrada por el programador fue el hecho de contar sobre el podio con Michel Plasson (París, 1933), figura señera en la especialidad.

La Sinfonía de Chausson tiene en común con la de su maestro Franck no sólo la limitación a tres movimientos y su carácter cíclico, sino una influencia wagneriana que en el crescendo con que concluye la introducción esta versión ya amplió con resonancias brucknerianas. El Allegro subsiguiente se marcó con firme pero no oneroso pulso, y en su segundo tema no se cedió a la tentación de aproximarse a Rachmaninov. En el Muy lento se sintió pasión tristanesca, pero también un tono berliozano cuya reforzada intensidad enriqueció la plasticidad aunque perjudicó en algo la construcción estructural de un Muy animado que, como claro síntoma, concluyó de manera bastante sorpresiva para los oyentes no familiarizados con la obra.

Más directo resultó el contacto con Debussy en la suite de la doliente música incidental compuesta por Fauré para el Pelléas de Maeterlinck. Plasson acertó a aplicar en su interpretación una suavidad a la que la oportuna dosis de densidad brahmsiana hizo incompatible con la blandura en pasajes tan propensos a ésta como la Siciliana.

La segunda suite del ballet Daphnis y Chloé de Ravel estableció un oportuno contraste desde el post-debussysmo. La orquesta, tan transparente en lo anterior, estuvo aquí algo espesa en el arranque, pero se recuperó con el solo de flauta. Y si el final no sonó tan abrasivo como todo en la partitura demanda se debió principalmente a la concepción, discutible pero coherente, que de ese pasaje puso de manifiesto el director.

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