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Toros

Jornada de reflexión

El país ha estado sumido en las últimas semanas en plena lucha fratricida entre los distintos partidos, en el marco de una campaña plena de promesas que luego no se cumplirán

Jornada de reflexión

Y en la que han primado los ataques de unos a otros en lugar de la oferta de propuestas y en la que algún que otro «gofetón» se ha escapado.

Ayer fue el día de la jornada de reflexión. Mal llamada así, porque uno reflexiona, trata de reflexionar o debe reflexionar todos los días del año, y no precisamente el día en el que se lo deciden los políticos o la junta electoral. Aunque para muchos poco o nada había que reflexionar, después de una campaña en la cual los políticos se han dedicado, como suele ser habitual, a meterse unos con otros, a embarrar el terreno y a hacer sus «cangrejeros» brindis al sol y a la demagogia. Muchas palabras y escasos contenidos. Muchas faenas de largo metraje y nulo mensaje, que al final han acabado por provocar, aunque haya mucho en juego, la abulia del respetable, su desinterés, su hastío y su indiferencia. Aunque hoy haya que irse a la "«puerta de chiqueros» a depositar la papeleta. Una cosa no quita la obra. Pues bien. Ante la indigestión política, muchos aficionados se dedicaron ayer a reflexionar sobre la situación actual de la fiesta y su futuro. Y, al hilo de pensar y reflexionar, las palabras pronunciadas el pasado viernes del coletudo francés Sebastián Castella en Valencia, donde recibió el Trofeo Distinción del Ateneo Mercantil, hicieron pensar a los aficionados. El propio Castella había dirigido hace unos meses una carta a los medios de comunicación, en las que proclamaba con valentía: «Salgamos del armario, llenemos las plazas, tomemos las calles. El toreo no es de derechas ni de izquierdas. Es de pintores, de poetas, de genios y del pueblo». Una corajuda declaración de un torero, caracterizado por la rebeldía y la independencia, que se atreve a alzar la voz de manera clara y contundente y ante la situación que se está viviendo.

Al hilo de la campaña electoral, Sebastián también aseguraba: «El toreo no es política. Unos y otros lo utilizan a su antojo para ganar votos y, cuando llega la hora de la verdad, seguimos estando solos. Nos jugamos mucho. Ser ciudadanos con los mismos derechos que cualquier otro o ser ciudadanos de segunda. Mover ficha está en nuestras manos. La fiesta taurina es una manifestación cultural superior a otras, porque es el único arte en el que todo se hace de verdad y se pone la vida en juego». Y, como lo relacionado con la fiesta no ha estado presente en la campaña electoral, tendrán que ser los toreros y los taurinos quienes se encarguen de defenderla. Y dar un paso adelante, como Castella.

A ver si los demás toman ejemplo, porque siempre acaban escondiendo la cabeza debajo del ala. Ahora se acaba de crear una Fundación Taurino en la que vuelven a estar presentes todos los llamados «estamentos». A ver lo que dura y qué resultados da. Porque experiencias como la CAPT, el plan PENTAURO y otras se han quedado en agua de borrajas.

Entre tanto, llegaba la noticia de la muerte de Ramón Vázquez. Un gran aficionado y poeta con amplias vinculaciones en Valencia. Una excelente persona, quien fallecía en Córdoba y dejaba un hueco difícil de cubrir entre los aficionados. Como el que dejaron hace unos días el mozo de espadas Vicente Aparicio y Vicente García, gerente de la Casa de los Caramelos. Aunque suene a tópico, Dios siempre se lleva por delante a los mejores, para quienes quiere que disfruten cuanto antes de su bien merecida delantera de grada del cielo. Y, a los que no somos «tan mejores», nos deja aquí abajo un rato más. Para que reflexionemos. Sobre lo divino y lo humano.

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