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No hay quinta mala

Orquesta de Valencia

Palau de la Música de Valencia.

Sala Iturbi

Obras de Ludwig van Beethoven(Obertura Egmont, 4ª y 5ª sinfonías). Director: Yaron Traub.

Inicia la OV el catálogo del Beethoven sinfónico. Será la columna vertebral de los 30 años del Palau de la Música (1987) que abrió, como apuesta personal del alcalde Pérez Casado, para cambiar radicalmente la cultura de la ciudad.

Obra vedette fue la Quinta sinfonía en do menor, de Beethoven, encargada por Conde Franz von Oppersdorff, algo habitual entre la nobleza de la época. Lástima: ya no quedan mecenas así. Tocaría que Ágata Ruiz de la Prada, Esperanza Aguirre o Esther Koplowiz, ricas, famosas y de alcurnia, recuperaran esa gracia y comisionaran unos pentagramas a algún compositor vivo. Además, ojo: desgravaría.

El maestro Yaron Traub (Tel Aviv, 1964) quedará en la memoria de la OV por haber realizado, desde 2005, un minucioso trabajo de reestructuración especialmente en las cuerdas, punto flaco de las orquestas patrias. La densidad sonora de esta Quinta de Beethoven, resultó más traslúcida que transparente, ya que Traub cargó las tintas especialmente con 7 contrabajos bien hermosos. A pie tierra y de memoria, el maestro despejó cualquier duda sobre su valía a la batuta imprimiendo vigor desde el inicio y unificando el trabajo realizado tanto con los profesores más veteranos como con los de la nueva generación. Se recreó desde el motivo inicial (la llamada del destino) del Andante con moto, tan recurrente en la obra, para llegar a los Allegros finales con gran reprise compulsivo poniendo al público al borde de las butacas haciéndolo explotar de entusiasmo.

Se inició la sesión con la obertura Egmont, noble flamenco del XVI enfrentado a Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba. Goethe escribió la tragedia y Beethoven compuso diez cortas piezas. Un arranque solemne para templar a los músicos describiendo la opresión y el sufrimiento del pueblo ante la dominación española. Traub lo plasmó con facilidad y en total complicidad con la OV.

A la Cuarta sinfonía en si bemol mayor no se la considera debidamente. Entre la Heroica y la Quinta, queda como avergonzada. Pero nada de eso: se trata de una obra bien trabajada, de gran plantilla y que Traub tradujo con gesto claro y elegante, con ritmo y buen lustre.

Hizo bien el maestro en hacer saludar a varios de los profesores. Qué menos€ Todos ellos, representados por su concertino Anabel García del Castillo, fueron literalmente aclamados por los 1.800 asistentes a la Sala Iturbi. Se les quiere.

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