«Hace poco que he comprendido que las cosas que me conmueven vienen de otra dimensión. Una paralela. También le ocurre a mi personaje», confesó ayer Juan José Millás. Lo hizo ante decenas de personas que acudieron a los Jardines de Viveros de València para ver a uno de los escritores que han marcado la literatura y el columnismo español de los últimos tiempos. El escritor presentó ayer en la Fira del Llibre junto a Emili Piera Que nadie duerma (Alfaguara), una novela que, como es común en el columnista de Levante-EMV, narra la vida de un ser humano cotidiano, casi invisible.

«Cuando mi familia y yo salimos de València fuimos a parar a un suburbio de Madrid donde sólo había un descampado. Era algo desolador y lo que más le gustaba a mi madre era ir en taxi al centro, un sitio mítico dentro de Madrid. Eso se me quedó grabado. El taxi, el que nos llevaba a la Gran Vía o a Galerías Preciados, era un sitio cerrado y libre, también aterrador por los números del taxímetro», explicó. Según Millás, el taxi se había convertido en un lugar escapista para él. «Cuando sales tus preocupaciones se quedan en él porque se las has contado al taxista, y yo quería contar la historia de alguien así», explicó Millás.

Que nadie duerma narra el impulso de una mujer por convertirse en taxista tras haberse enamorado de manera inesperada. El amor es el detonante principal de la trama, al igual que la música, quien ejerce de guía para la protagonista. «Preparar una novela es igual que estar enamorado. Ves coincidencias por todas partes, detalles que crees que significan algo con tal de seguir por un camino», comentó.

Una de esas coincidencias tuvo que ver con la música. «He de confesar que me esforcé durante años por aficionarme a la ópera, pero no lo conseguía. Me compraba CD's para escucharlos y los quitaba a los dos minutos. Mi aburrimiento era insoportable, hasta que un día oí una pieza lírica que venía del piso de al lado. Mi vecino escuchaba ópera los fines de semana. Yo me conmovía hasta el tuétano cuando reproducía a Puccini y cuando se iba los fines de semana a la sierra de Madrid me volvía loco por no escuchar ópera a través de su pared. La lírica me empezó a gustar cuando me pilló a traición, como si viniera de una dimensión paralela».

Millás decidió titular la obra como un aria de Turandot, de Puccini, Nessun dorma («Que nadie duerma»), como homenaje a su despertar por la lírica. «En general, la novela cuenta con mucha musicalidad», opinó Emili Piera. «Sería más propio hablar de ritmo. Quizás lo podrá percibir un lector experto», añadió Millás.

El escritor reconoció la fuerte carga autobiográfica de su libro, con el que ha vuelto en repetidas ocasiones a la niñez, a sus primeros años en Madrid. «Mi madre siempre me llevaba con ella, y no sé por qué. Yo era desastroso, medio tonto. Lo mejor que pudo hacer mi padre fue comprar la Enciclopedia Espasa. Con ella lo aprendí casi todo, hasta cómo hacer una autopsia», narró.

La ciudad de Madrid, el taxi, la música y los pájaros son algunos de los elementos autobiográficos que Millás ha decidido incluir en la obra. «Oí una vez decir a mi madre que a mi tía le habían 'cortado las alas'. Lo interpreté como una mutilación», señaló el escritor desatando las risas entre el público. La anécdota de Millás se ve reflejada en el personaje principal, una mujer a la que le han cortado las alas y que espera retomar la ilusión de su vida al volante de un taxi. También cuenta con influencias de la literatura gótica. «He querido mezclar el horror y la risa, las dos caras de una misma novela para desconcertar un poco al lector», añadió. Que nadie duerma también cuenta con la ironía y el desdoblamiento del yo, característicos en las obras de Millás.

La recta final

La Fira del Llibre emprende hoy la recta final de su 35.ª edición con la visita de Santiago Posteguillo, Alfons Cervera o Juanjo Braulio, que firmarán ejemplares de sus libros durante la jornada. También se espera la presentación de libros como No sigues rata! (Bromera), de Teresa Broseta y Toni Cabo; Estrellas y cedros sobre fondo blanco (Almoina-Vinatea), de Antonio Andújar; o Un mort al Palau (El Petit Editor), de Emili Piera y Tonino.

Hasta ahora, el certamen ha celebrado más de 700 actividades, entre firmas de libros, presentaciones, recitales o mesas redondas. El Gremi de Llibrers ha intensificado la programación para este último fin de semana de Fira, ya que al final del día de hoy se habrán llevado a cabo casi 300 actividades en tan sólo dos días.

València certificó su posición como la segunda feria del libro más importante de España, tanto en volumen de expositores como de visitantes por los datos que registró el pasado año. El certamen espera aumentar las cifras de participación de la pasada edición, que se situaron en 500.000 visitantes, así como y el millón de euros logrado en facturación. Este año se ha batido récord de expositores, con un total de 73 que suponen 13 más que en 2017, y 112 casetas, 20 más que hace un año.