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Fallece el director teatral y coreógrafo Salvador Távora

El creador de "Quejío" o "Andalucía amarga" se caracterizó por mostrar la lucha de los desfavorecidos

Fallece el director teatral y coreógrafo Salvador TávoraEFE/Manuel Bruque

Salvador Távora, director teatral y coreógrafo andaluz, director de la compañía La Cuadra de Sevilla y conocido por sus simbólicas y particulares representaciones que incluyen hasta lidias reales de toros, falleció ayer en Sevilla a los 88 años. Nacido el 3 de abril de 1930, Távora estaba considerado renovador del teatro andaluz y había sido distinguido con la Medalla de Andalucía y la Medalla de Oro a las Bellas Artes.

Hijo Predilecto de Sevilla, recibió numerosos reconocimientos y galardones durante su trayectoria, como el Premio Max de Honor en 2017. Debutó en 1972 Madrid, donde estrenó su famosa Quejío, sorteando la censura, y en cuyo estreno intervino el propio Távora como actor y cantaor. Precisamente esa fue la última obra que representó, en 2017, cuando se cumplían 45 años de su estreno.

Durante su juventud se dedicó al toreo, afición que empezó a practicar en el matadero de la capital hispalense y tiempo después trasladaría a la escena. Vistió por primera vez el traje de luces el 17 de junio de 1951, con el nombre de «Gitanillo de Sevilla», apadrinado por Rafael Gómez «El Gallo», y se retiró el 21 de agosto de 1960.

Su llegada al teatro estuvo marcada por espectáculos flamencos costumbristas y al uso, hasta que en los años 60 apostó por reflejar la situación social de Andalucía. En 1972 llevó su Quejío al Pequeño Teatro del TEI de Madrid, pero no fue, hasta el Festival de Teatro de las Naciones celebrado en Francia cuando Távora despertó el interés de crítica y público. En el Festival de Teatro de Nancy (Francia) presentó en 1975 Los palos y, dos años después, Herramientas. A estos montajes siguieron Andalucía amarga (1980) y Nanas de espinas (1982), basado en las Bodas de sangre de Lorca. Por requerimiento de Nuria Espert, participó como coreógrafo en el montaje de La Traviata en 1989, su primera intervención en el mundo de la ópera y un año después, sorprendió con Crónica de una muerte anunciada.

En 1996 preestrenó en el Festival de Música Castillo de Perelada (Gerona) su versión de Carmen, que fue llevada a Madrid, incluía la lidia de un toro, algo que más adelante también recogió su Don Juan de los ruedos y causó mucha polémica en Cataluña. Según Távora, su máxima era: «El arte sin compromiso es una cosa inservible».

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