El mismo Pirondello parecía sorprendido cuando lo contaba en una entrevista ofrecida en 2016 al blog Estrellas Estrellitas: «Haciendo music-hall me llamaron para hacer una obra de Shakespeare. La verdad, yo les dije "estáis borrachos", claro, porque cómo voy hacer yo un papel así de ese autor. Ni me hicieron casting ni nada. Nada más llegar allí, me dieron el libreto y ya está». Se refería el actor fallecido el pasado jueves en València, a su participación en el montaje de La Tempestad que en 1997 llevó a cabo Calixto Bieito, que se estrenó en el Grec de Barcelona y que pisó escenarios tan clásicos como el de Almagro o Mérida. En aquella obra, Pirondello -su verdadero nombre era Ricardo Salvador Garrigues-, interpretaba a la sílfide Ariel, aunque también se transformaba en ninfa, arpía y otros personajes. Un papel perfecto para quien fue considerado por muchos como el rey del transformismo en la Barcelona canalla y preolímpica de los 80.

El propio Pirondello contaba en una pequeña biografía escrita para la Casa del Artista de València que, aunque nació en Buñol, pronto se trasladó al barrio de Russafa donde sus padres (ella ama de casa y él jugador del Hércules y del Valencia CF) regentaban una carnicería. Allí trabajó Ricardo (y también regentó una peluquería) hasta que en el otoño de 1976, con 33 años, viajó a Barcelona dispuesto a cumplir con su verdadera vocación. «Viajé de fin de semana y al día siguiente ya estaba trabajando arriba de un escenario -explicaba en la entrevista-. En realidad es lo que estaba buscando hacía mucho tiempo y para lo cual me preparé durante años tomando clases de ballet y canto. Por fin podía demostrar lo que me enseñaron».

Pero los inicios no fueron ni mucho menos fáciles. «Me contrataron en una salita de fiestas durante un mes y no renovándome el contrato, me despidieron hasta que aprendiese más». «La verdad es que pasé penurias, pero no demasiadas -reconocía a la Casa del Artista-. Pronto estaba trabajando en una compañía de transformistas que al frente estaba Madame Artur. Así fue durante algún tiempo hasta que el azar quiso que sustituyera a Madame Artur y fuera yo quien presentara la compañía».

Durante cinco años Pirondello trabajó en Barcelona de Noche, la sala (junto a la Gay de Madrid) que era, tal como él recordaba, «lo máximo del transformismo en España». Y de allí pasó a uno de los locales míticos del Paralelo barcelonés: el Teatro Arnau. «Os puedo asegurar que el cambio fue radical. No tenía nada que ver el público, que aun siendo el mismo, su comportamiento era muy diferente, te valoraba mucho más».

Eran los años 80, los últimos buenos tiempos del cabaret y el music hall en Barcelona, y Pirondello era uno de los nombres imprescindibles en las carteleras de los teatros del Paralelo, actuando junto a supervedettes como Eva León, Ana Lúpez o Cristine y, sobre todo, con Lita Clavel «la Maña».

Si por dos papeles pasará a la historia del teatro canalla en España, será por sus «transformaciones» en Marlene Dietrich y Edith Piaf. «Estuve trabajando un año en Canarias presentando un espectáculo y ya no sabía que hacer. Entonces un señor me dijo que porqué no hacía a Edith Piaf y yo le dije que no sabía ni quien era. Me dijo que era una cantante francesa, tal y cuál. No me hizo mucha gracia. Me hice fotos un día y un compañero me dijo que me parecía más a Marlene Dietrich y le dije: 'sí, en el coño'. Y se me quedó grabado y como siempre he sido un poco 'pijo' pensé que el glamour de la Marlene me gustaba más que el personaje de la Piaf. Entonces decidí hacer a la Marlene y al cabo de los años incorporé a la Piaf».

Fuera del cabaret, y además de en La Tempestad, Pirondello actuó en las Memorias de Adriano que a finales de los 90 el también valenciano Pepe Sancho estrenó en el Festival de Mérida, bajo la dirección de Mauricio Escaparró; y en El pes de la palla, a partir del libro de Terenci Moix, dirigido por Xavier Albertí, en 2004. En la tele actuó en las series «Makinavaja» y «Pret a Porter», y en el cine en películas como Puta misèria.

En València, como el mismo recordaba, actuó poco. En 1993 llevó con éxito la obra Braguetes al Olympia. Y ya tras contraer una enfermedad, dejar Barcelona e instalarse con su pareja Vicente en su ciudad, protagonizó algunos bolos en la Lady's. En 2013 recibió el homenaje de la asociación Casa del Artista de València.