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Exposición

La sensualidad de Miquel Navarro desborda el IVAM

El artista valenciano vestirá la fachada del museo e inaugurará una exposición en enero

La sensualidad de Miquel Navarro desborda el IVAM

Las figuras insinuantes y más explícitas -en forma de cuerpos femeninos o genitales masculinos- del artista valenciano Miquel Navarro llegarán al exterior e interior del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) a partir del 30 de enero del año que está a punto de comenzar.

Así, Navarro «vestirá» la fachada del IVAM con una imagen inédita del artista, creada en 1972, y en la que ha plasmado esa sensualidad a golpe de falos con un alto colorido. El IVAM continúa en 2020 con su intención de aprovechar espacios pocos habituales para exhibir arte, como es la fachada. Antes de Navarro, la cara más visible y que recibe al visitante, estuvo «decorada» por la también Premio Nacional Carmen Calvo, cuya obra «Los cielos están cosidos» aún se puede contemplar hasta el próximo 29 de enero. En total, ya han pasado seis artistas por la fachada: la citada Calvo, Soledad Sevilla, Cristina Lucas, Marina Núñez, Juan Hidalgo y Txomin Badiola.

Un gabinete secreto

Además, el artista inaugurará también el 30 de enero «Gabinete secreto de Miquel Navarro», una exposición que «quiere construir un gabinete secreto, como los que aún quedan en algunos museos arqueológicos, en los que los dibujos de Miquel Navarro convivan con piezas de arte africano o con obras de arte antiguo, todas con un componente erótico, que ayuden también a contextualizar algunos de sus intereses más directos», avanzan desde el museo.

«Muchos de sus dibujos tienen un claro componente erótico que no ha sido lo suficientemente destacado en las exposiciones que se han hecho de su obra. Son obras que hablan del deseo, un deseo que se resuelve, en ocasiones, en placer, pero también un deseo que hiere, que pincha, como se evidencia en los falos y las vulvas cactus que aparecen en algunos de sus dibujos», añaden.

Navarro (Mislata, 1945) formó parte del grupo de artistas que a finales de los años 70 renovó el lenguaje de la escultura. Sus grandes instalaciones de ciudades hacen referencia al modo en el que estos espacios pueden convertirse en símbolos de poder, son lugares que acogen pero que también participan de la autoridad que domina y controla. «Algo similar sucede con sus tótems monumentales, máquinas antropomorfas, que son a la vez deidades protectoras y dioses amenazantes».

Sin embargo, «en sus dibujos, esta dimensión supuestamente universal se hace íntima». Sus acuarelas «resultan más inmediatas y responden a lo que él mismo ha definido como el fluir de la vida», concluyen.

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