Pronto estrenará «La boda de Rosa», su segunda película que ha rodado junto a Icíar Bollaín. ¿Cómo ha sido rodar en casa?
Un lujo, porque no siempre tengo la oportunidad de pasar en València tanto tiempo. Hace cuatro años que vivo en Madrid. Allí fue donde hice el casting para esta película. Estar en tu casa haciendo lo que te gusta es impensable para una actriz ahora mismo. Todavía alucino con el hecho de participar en un proyecto cinematográfico. Rodar hoy en día es un milagro.
¿Cuando era estudiante de arte dramático en la ESAD de València llegó a pensar que algún día rodaría con Bollaín?
Jamás. Participar en El olivo fue un sueño para mí, y desde entonces no he parado. Creo que voy a tardar en perder la cara de asombro, sobre todo, porque desde las escuelas de interpretación no te animan a ser actor o actriz. Te animan a ser actriz de libro. De hecho, yo tuve un montón de problemas cuando hice El olivo porque me suspendieron todas las de ese curso. No te animan a ser actriz para vivir de ello y trabajar. Es fuerte.
Estudió Ciencias Políticas en la Universitat de València (UV) y en la ESAD, ¿cómo fue su transición hacia la faceta de actriz?
Siempre había tenido mucho contacto con el audiovisual. De pequeña hice anuncios de juguetes y otros productos para la televisión. Era mi hobby. Durante mi época universitaria compaginé mis estudios en Ciencias Políticas con el rodaje de cortometrajes junto a un grupo de amigos. Ellos me animaron a que estudiara arte dramático. Por aquel entonces me parecía una idea muy loca, pero por suerte les hice caso. En cuanto entré en primero de interpretación me fui corriendo de mi carrera para entregarme a la idea de ser actriz. Vi la luz. Lo otro no me representaba nada.
«La boda de Rosa» es una comedia con tintes dramáticos ¿Llega en un buen momento para la sociedad española?
Sí, porque venimos de un periodo de oscuridad. Esta película es fiesta, es alegría... Verla es recordar la sensación de comerte una paella o tomarte un vermut. Esa alegría de vivir es la que necesitamos ahora. Necesitamos luz y con esta película se consigue. Además, con ella se aprende a entender mejor a las familias valencianas.
¿En qué aspectos?
En el calor, el jolgorio y el apego de los personajes. Cada uno representa a un estereotipo familiar que podemos encontrar en cualquier familia valenciana.
Esta semana se ha estrenado en Atresmedia Player la segunda temporada de «Luimelia», la serie que nació del personaje que interpretó en «Amar en tiempos revueltos», Luisa. El proyecto se inició por el entusiasmo de los fans ¿Cómo está viviendo este 'boom' de popularidad?
La primera temporada la hicimos porque los fans lo demandaban por redes y ahora acabamos de rodar la segunda y la tercera entrega. Las dos estamos súper felices, porque la acogida de la serie sigue siendo buena. Ha habido 7 millones de interacciones en redes sociales. Es una auténtica pasada. Hay gente que nos reconoce en la calle y que nos transmite su cariño, incluso desde Latinoamérica.
¿Los espectadores estaban preparados para ver a dos mujeres enamoradas en televisión?
Por supuesto. De hecho, las televisiones han tardado demasiado en reflejar ese tipo de realidad. «Luimelia» cuenta una historia sobre dos tías que se aman. La serie cuenta su día a día, los problemas que tienen y sus vidas, como lo haría otra serie sobre una pareja heterosexual. La orientación no es importante. Necesitábamos una serie que demostrase que los problemas de una pareja del mismo sexo son cosas como el desorden en casa y no los problemas que tienen para vivir su amor.
¿Qué proyectos nuevos tiene en el horizonte?
Formaré parte de «La cocinera de Castamar» en Antena 3, junto a Michelle Jenner, Hugo Silva, Maxi Iglesias o Silvia Abascal. La serie engloba tanto amor como lucha de clases en el Madrid del siglo XVIII. Estoy muy ilusionada. Empezamos a rodar la semana pasada. Estoy muy feliz.
