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Carlos Marques-Marcet, director de «La mort de Guillem».

Carlos Marques-Marcet: "La batalla de Guillem se ha ido ganando poco a poco, calle a calle"

El director de "La mort de Guillem" defiende que "sus asesinos ganaron el juicio porque lo despolitizaron, es lo que hace ahora la ultraderecha"

El 11 de abril de 1993 Guillem Agulló era asesinado de una puñalada en el corazón por un grupo de neonazis. Sus padres, Guillem y Carme, lucharon durante años para que la muerte del joven de 18 años no se tergiversara, que Guillem no fuera la víctima de una pelea entre bandas sino del odio político. Guillem y Carme no lograron su objetivo en los tribunales (el autor confeso del asesinato, Pedro Cuevas, fue condenado a 14 años de prisión y solo cumplió cuatro) pero sí en las calles, donde el chico de Burjassot se ha convertido en un símbolo del antifascismo.

Esta noche, À Punt estrena de forma simultánea junto a TV3 e IB3 La mort de Guillem, un telefilm que cuenta el proceso de duelo y lucha de los padres de Agulló y que ha sido dirigido por el cineasta catalán Carlos Marques-Marcet.

«Es bonito que la estrenen las tres televisiones a la vez y, además, tiene toda la lógica del mundo», señalaba ayer el realizador en conversación telefónica con Levante-EMV. «Piensas, ostras, por qué no hacemos esto más a menudo. Si compartimos la lengua y tantas otras cosas, no hacerlo es como caparnos a todos».

La película se estrena en televisión, aunque antes se pudo ver en el Festival de Cine de Málaga -donde Marques-Marcet es un viejo conocido gracias a los premios recibidos por sus anteriores films, Els dies que vindran y 10.000 KM-, y en varios cines de la Comunitat Valenciana. En el preestreno en la Filmoteca de València, Marques-Marcet destacó ante el público como la película de Agulló llegaba 27 años después de su muerte. «En todos los ámbitos la batalla de Guillem se ha ido ganado poco a poco, calle a calle, manifestación tras manifestación -aseveraba ayer el director-. Al final ha sido la lucha de los padres la que ha logrado que esto salga adelante. Como ellos decían, perdimos el juicio pero al final hemos ganado la calle».

No es Guillem sino sus padres los verdaderos protagonistas de la película. Tanto es así que el suceso fundamental, el asesinato del joven en Montanejos, no aparece en La mort de Guillem. «Y eso que la rodamos, pero mientras lo hacía me daba cuenta de que había algo que no estaba bien, de que éticamente no era correcto que hiciéramos eso. Además, de alguna forma traicionábamos el punto de vista que queríamos darle a la película, el de la familia, porque ellos nunca vieron aquel asesinato. Ellos se despidieron un día de su hijo y no volvieron a verlo hasta que fueron a reconocer su cadáver en el depósito».

Los actores Pablo Molinero y Gloria March son los encargados de encarnar a los padres de Guillem. La película muestra su lucha para darle un valor a la muerte de su hijo, pero también refleja cómo el suceso sumió a la familia en la tristeza y como la presión y la intimidación constantes estuvo a punto de resquebrajar a la familia.

La mort de Guillem no esconde que el joven de Burjassot era un «antifascista de los que ponía el cuerpo, de los que no se escondía», y Carme, la madre, le reprocha a su marido haber llenado la cabeza del hijo de las ideas por las que fue asesinado. Guillem padre, por su parte, proclama que él ha perdido a un hijo pero ha ganado una lucha.

«En una situación así, cuando se muere alguien tan cercano, lo lógico es preguntarte por qué ha ocurrido -subraya el director-. Eso forma parte del duelo y de la aceptación ante la imposibilidad de responderse a esta pregunta. Pero los padres de Guillem sí tenían una respuesta: a su hijo lo habían matado por unos motivos concretos. Por un lado esto te da un motivo para seguir viviendo, te da una causa que te impide resignarte. Pero al mismo tiempo, la transformación de Guillem en figura política, en icono, obliga a sus padres a vivir constantemente con el dolor al lado, no puedes dejar de recordar lo que ha pasado».

En La mort de Guillem no faltan las escenas sobre el juicio a los neonazis que lo mataron, ni de las manifestaciones que reivindican su figura, pero abundan sobre todo los momentos íntimos de la familia, una intimidad que conecta la tercera película de Marques-Marcet con sus dos trabajos anteriores. «La diferencia -añade el cineasta barcelonés-, es que siempre hemos trabajado de lo íntimo hacia lo político, analizar la intimidad para entender la sociedad. Y esto ha sido un poco al revés: analizamos la sociedad para entender la intimidad».

El rodaje de La mort de Guillem se inició en 2019 y no estuvo exento de problemas como la renuncia del actor que iba a encarnar al joven asesinado tres días antes de empezar la grabación, o la aparición de pintadas amenazantes. «Pero el peor problema -indica el director-, como siempre ha sido el de la falta de financiación y de tiempos. Después sí, tuvimos las pintadas, y eso siempre impresiona. Pero misma familia Agulló nos decía que no nos asustáramos, que eso les ocurría a ellos bastante a menudo».

«Al final, lo que hemos sacado del País Valencià es mucho amor, gente que por la calle nos daba las gracias por hacer esta película», afirma Marques-Marcet. «Mi impresión viniendo de Catalunya -añade- es que todo en el País València es más extremo, el amor y el odio, la gente quiere más u odia más. Pero eso me gusta mucho del carácter valenciano, sobre todo si lo comparas con lo aburridos que somos los catalanes».

Para el director, La mort de Guillem ha de servir de homenaje a la lucha de una familia pero también de advertencia en unos tiempos en los que la ultraderecha obtiene cientos de miles de votos y entra en las instituciones: «Si hay algo que aprender de la historia de Guillem, si tenemos que sacar alguna conclusión, es qué sus asesinos ganaron el juicio porque supieron despolitizar el caso muy hábilmente. El asesinato político se quedó en una simple batalla entre banda. Y esta despolitización es donde la ultraderecha sigue basando su discurso, eso de ‘yo no soy ni de derechas ni de izquierdas’ o ‘yo no soy racista, pero...’».

«Me encantaría -concluye el realizador-, que La mort de Guillem sirva para tomar conciencia de esto o contribuya, por ejemplo, a que en el próximo 9 d’Octubre no haya un cordón policial encima de la gente para que los neonazis no les hagan nada». Y de ahí, otra reflexión: «Eso es muy loco, porque piensas que seguramente esos policías o esos neonazis también son hijos de obreros. Los neonazis que mataron a Guillem eran chavales de clase obrera. ¿Qué está pasando? ¿Por qué estáis defendiendo a la gente que va en contra de vuestros intereses de clase?»

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