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James Gaffigan: "Dirigir la orquesta de Les Arts es un trabajo maravillosopara cualquiera"

"València es una gran ciudad de música, pero no siempre se reconoce al talento de aquí"

El director norteamericano James Gaffigan, ayer en Les Arts. Germán Caballero

Director. Tras dirigir en 2019 «Un réquiem alemán» de Brahms, Gaffigan vuelve al frente de la Orquestra para el «Falstaff» de Verdi justo cuando su nombre suena entre los favoritos para ser el titular de la ópera valenciana.

Nacido en Nueva York en 1979 y considerado como uno de los directores estadounidenses más relevantes del panorama musical contemporáneo, Gaffigan destaca entre los aficionados por su forma natural de dirigir. Algo que, asegura, tiene bastante que ver con su aprendizaje en el rock y el jazz. Fue director asociado de la Sinfónica de San Francisco, principal director invitado de la Filarmónica de los Países Bajos y ha dirigido a la de Nueva York, la Bayerische Staatsoper y la Philarmonia de Londres. Esta temporada termina su contrato como titular de la Sinfónica de Lucerna. Durante la entrevista mira por la ventana de una de las salas del Palau de Les Arts y no puede ocultar que le encanta València.

¿Cómo conecta un director de 42 años y del siglo XXI con la obra que un músico del siglo XIX escribió en el final de sus días?

Efectivamente, es la última ópera de Verdi y cuando la compuso ya lo había hecho todo en su vida. Pero también diría que es un regalo a la humanidad porque su música te brinda experiencias que quizás no has tenido nunca. Yo he experimentado el amor, la tragedia, la alegría, pero no he vivido muchas de las cosas que Verdi vivió en su larga vida y que te transmite a través de Falstaff. Como Shakespeare, que pasados los siglos sigue siendo el gran escritor sobre el espíritu humano, Verdi consigue con sus partituras transmitir esos sentimientos.

¿Y el mensaje desencantado y antiburgués de «Falstaff» sigue siendo válido hoy en día?

Como pasa con ‘Las noches de Figaro’, tiene ese significado que podría aplicarse a la actualidad. Pero casi nunca aprendemos nada de la historia y esta suele repetirse. En una ópera como esta lo que Verdi quiso transmitir políticamente no es ahora tan importante. La música de Verdi no tiene la fuerza política que tenía en su tiempo.

¿La ópera ha perdido esa conexión con lo que sucede alrededor que tenía en los tiempos de Verdi?

No podemos tomar la ópera como leer un libro de historia. Es una expresión artística, y cuando uno va a la ópera quiere experimentar las emociones que transmiten los personajes a través de la música. Según el siglo en el que escuches esta música la experimentarás de una manera diferente. Pero más allá de la agenda política que tuviese ‘Falstaff’ en su época, hoy lo importante es la magia de su música. La ópera tiene una mala reputación por venir del pasado y que por eso no la vas a entender. Pero las óperas son emociones que valen para cualquier momento. Y Shakespeare y Verdi son maestros en llevarte a donde ellos quieren sin importar el tiempo en el que estés.

En Les Arts le hemos visto dirigiendo una obra sinfónica («Un réquiem alemán» de Brahms) y ahora una ópera. ¿Cambia mucho el James Gaffigan que dirige una cosa u otra?

El gran punto en común entre el ‘Requiem’ de Brahms y el ‘Falstaff’ de Verdi son las voces, pero el rol de director de ópera y de orquesta es muy distinto. Lo que más me gusta de la ópera es que el público no me mira ni a mí ni a los músicos, estamos ahí para apoyar desde el foso la acción y las voces de la escena. Me gusta mucho ese papel secundario. Pero creo que lo que hacemos en el foso es el cimiento de la ópera, todo lo demás -las voces, la escena, las luces, la decoración- está construido sobre el sonido de una orquesta y me encanta la idea de estar detrás ayudando a crear esa increíble experiencia. Tengo un respeto enorme por los cantantes, ellos están desnudos sobre el escenario, no tienen un instrumento ante ellos, tienen que actuar y tienen que cantar, y quiero hacer su trabajo lo más fácil posible.

¿Qué es más importante en un director, la claridad, la imaginación para interpretar la partitura, la capacidad de persuadir, el liderazgo…?

Dirigir es un 10 por ciento de técnica y 90 psicología. Tengo a mi alrededor músicos excelentes y de algún modo todos tenemos que coincidir en una única interpretación. El compositor me da cierta cantidad de información, y a veces no tengo ni que explicar a los músicos lo que quiero, porque lo entienden. Solo tengo que explicarles por qué esa es mi interpretación. Es un juego muy delicado entre dar a los músicos libertad y darles algunas limitaciones. Limitaciones en la técnica, en como tocar una nota, en el fraseo, en el color, pero libertad en su musicalidad. La música es un toma y daca entre dos o más seres humanos. Para mí la palabra más importante es confianza, si existe entre ellos y yo se produce magia.

¿Y qué siente cuando se produce esa magia?

Es como una bendición, como si volaras. Olvidas todos los problemas que hay en el mundo.

En su familia no había tradición musical. ¿Cuándo descubrió que esta iba a ser su forma de vida?

En mi casa no había músicos pero siempre ha habido música, la radio estaba puesta todo el tiempo. Mis abuelos eran, además, muy buenos bailarines, y teníamos un piano en casa y a mí, por alguna razón, me encantaba tocarlo. Mis padres se dieron cuenta de que tenía facilidad para sacar de oído con el piano las canciones que escuchaba y los anuncios de televisión. Así que me apuntaron a clases de música, aprendí a leer música y la gente vio que tenía talento para ello. Aprendí a tocar el piano y la guitarra, sobre todo pop y rock y un poquito jazz.

¿Qué le debe el Gaffigan director de música clásica la joven aprendiz de rock y jazz?

Es un aprendizaje que no cambiaría si volviera a nacer, porque aprendí la música de una forma libre y divertida, sin normas ni restricciones. En el rock y el jazz la armonía aparece como algo vivo y cuando la dominas sabes llevarla donde quieres. Por eso cuando ahora cojo una partitura de cualquier compositor, a diferencia de mis colegas que ven allí unas normas a seguir, yo lo interpreto de una forma muy libre.

¿Y le debe mucho a la educación pública que recibió de niño?

Por supuesto. En la escuela pública a la que fui si tenías talento, te ayudaban, pero todos tenían las mismas oportunidades, tuvieras dinero o no. Mi familia era una familia de clase media que probablemente no tenía suficiente dinero para comprarme un instrumento, y fue la escuela la que me lo compró. Por eso cuando ahora veo que la música está desapareciendo de la educación se me rompe el corazón. Tuve grandes profesores, gente que apenas ganaba para vivir pero que daban todo por su profesión.

¿Qué pasa cuando la música se convierte en una materia marginal en la educación de los niños?

No podemos dejar que eso pase, porque si pasa será una tragedia y se acabará la música. Las cosas suceden desde las raíces, y cuando vemos que no hay suficientes compositoras o directoras, por ejemplo, es porque eso no se ha trabajado desde las raíces, no se ha educado bien a los niños.

En València la música tampoco tiene demasiada presencia en los colegios, pero muchos niños aprenden en las bandas de sus pueblos.

València es una gran ciudad de música, pero debería haber más reconocimiento al talento de aquí. Aquí en esta orquesta hay dos grandes violinistas de los que la gente de València debería estar orgullosa, pero la gente no lo sabe.

¿Se trata la música de forma diferente en Estados Unidos que en Europa?

Muy diferente. La primera gran diferencia es la organización. En Estados Unidos todo depende de los patrocinadores privados y ahora, cuando llega un momento de crisis como el actual estamos viendo lo peligroso que es eso. Vemos que la orquesta de la Metropolitan de Nueva York está parada porque no tiene ingresos y es muy difícil pagar a los músicos. Creo que en Europa se tiene más respeto por la cultura, quizá porque aquí la cultura forma parte de la tradición y se vive desde pequeños. En Estados Unidos o lo aprendes en la escuela o no lo sientes.

Esta era su última temporada con la Sinfónica de Lucerna. Tenía prevista una gira internacional pero el virus lo ha impedido

Es muy triste. Los músicos estaban en un nivel muy alto, y todas las cancelaciones van a hacer que su nivel baje mucho. Esto es como quien prepara una maratón, que siempre está a un nivel tan alto que cuando deja de entrenar le cuesta mucho volver a recuperarlo.

Supongo que sabe que la Orquestra de la Comunitat Valenciana busca titular y que usted es uno de los favoritos. ¿Le han dicho ya algo?

Esta es una situación de doble dirección y hay que ser muy honestos. Los candidatos tienen que saber qué hay sobre la mesa y qué es lo que quieren los músicos para su dirección. Este puesto, ser director de esta orquesta, tiene un enorme potencial para cualquiera que se quiera presentar. Sé que la historia de esta institución no ha sido demasiado buena, pero siempre he oído hablar del buen nivel de su orquesta. Cuando llegué aquí por primera vez no encontré ninguno de esos escándalos, solo una orquesta con un gran potencial. La orquesta está en un muy buen nivel y todavía puede subir más, pero para conseguirlo tiene que quererlo. Así pues, dirigir la orquesta de Les Arts es un trabajo maravilloso para cualquiera, pero hay que resolver muchas cuestiones antes.

¿Qué le falta a la orquesta de Les Arts para ser mejor?

Hay mucho talento individual entre los músicos, pero no siempre utilizan ese talento en la misma dirección. Recuerdo que la primera vez que vi actuar a la Orquesta de Berlín pregunté para qué necesitaban un director, si eran tan buenos. Y me dijeron: “porque necesitamos una identidad. Y solo una persona a la que admiramos y respetamos nos puede dar esa identidad”. Mi padre, que no era músico, me dijo que ser director era como ser un entrenador de fútbol. Yo no juego, yo no toco, son ellos los que lo hacen, pero necesitan trabajar juntos, respetarse unos a otros y confiar en que el director, o el entrenador, les está mostrando la dirección correcta. Esta orquesta está solo al inicio de todo lo que puede hacer. No sé si este puesto será para mí o para otro, pero la decisión se ha de tomar de forma honesta y abierta.

Si finalmente fuese usted el director, ¿qué obra le gustaría dirigir aquí?

Me gustaría dirigir algo grandioso que demuestre todo el potencial de esta orquesta, algo como la ‘Dama de picas’ de

Chaikovski o ‘Salomé’ de Strauss… Pero también algo de Mozart. Me encantaría escuchar a esta orquesta con diferentes repertorios. Pero elegir una sola obra es difícil.

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