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Huevo de Colón

MÚSICA CRÍTICA

Huevo de Colón

El violonchelista Mariano García y el pianista Jorge Nava culminaron el ciclo integral de las sonatas de Beethoven con cum laude. La delicada y comprometida empresa, quedó redondeada con la interpretación de las tres últimas sonatas. La misma pasión, el mismo empuje, idéntico rigor que entonces. Un Beethoven que, aliado con sus fieles servidores, en esta ocasión evolucionó en orden inverso: desde la plenitud de la Sonata en La mayor –la más redonda y conocida del ciclo, concluida en la primavera de 1808- con la que concluyó esta segunda entrega a la madurada solera de las dos últimas, que integran el opus 102, compuestas en julio y agosto de 1815 y escuchadas al inicio del recital.

Lejos de cualquier excentricidad o tentación rebuscadora de vacías originalidades, este Beethoven llega casi desadjetivado, empeñado en ser por sí mismo, ajeno incluso a sus propios intérpretes. Mariano García y Jorge Nava se empeñan y triunfan en su evidente empeño de servir un Beethoven natural, limpio de tentaciones foráneas al mismo meollo musical. Tiempos, dinámicas, fraseos, acentos y cualquier mínimo matiz quedan marcados por el preciso y natural sentido musical. Con su virtuosismo instrumental y generosidad artística, ambos solistas hacen fácil lo más difícil. El huevo de Colón. Así de sencillo. Así de difícil. Así de claro.

Violonchelo y piano. Tanto monta, monta tanto... Ambos instrumentos integrados en la unidad del dúo. La sonoridad suntuosa del violonchelo de García concertada con el piano vital y calibrado de Nava. Abrazados uno y otro en el sentido unitario surgido de la voluntad confuyente de sus distintas personalidades. ¡Bravo!

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