Entrevista | Pablo Heras-Casado Director de orquesta

«Wagner ofrece una de las experiencias más intensas que uno pueda vivir»

Pablo Heras-Casado ha dirigido en los mejores teatros de todo el mundo. Ha sido el primer español en subir al podio del Festival de Bayreuth (sin contar al tenor Plácido Domingo), templo ‘consagrado’ a Wagner. El 2 de febrero dirigirá a la OCV en Les Arts en un concierto sinfónico con piezas de «Parsifal», del compositor alemán, y de Mendelssohn 

Pablo Heras-Casado, en una visita a València.

Pablo Heras-Casado, en una visita a València. / Germán Caballero

Begoña Jorques

Begoña Jorques

Pablo Heras-Casado (Granada, 1977) regresa el día 2 a València para dirigir a la Orquesta de la Comunitat Valenciana. Será su tercera vez con la formación titular del Palau de Les Arts. Juntos afrontarán un programa «estimulante» -como él mismo dice- en el que Richard Wagner y Mendelssohn se verán las caras, con la obra maestra Parsifal como nexo de unión.

¿Cómo es el concierto que dirige en el Palau de les Arts?

Creo que será un concierto con una orquesta fantástica, un concierto estimulante, un programa muy bien hilado y muy original también. Mezcla música de Wagner -algunos extractos de la ópera Parsifal- con la Quinta Sinfonía de Mendelssohn, que tiene citaciones literales de uno de los temas de Parsifal; comparten raíces de inspiración religiosa y, a pesar de que Mendelssohn estaba en la lista negra de Wagner, en realidad sí que tomó mucha influencia de él, aunque luego él no lo admitiera. Wagner obvió mucho de la inspiración de Mendelssohn. Además, comparten un tema delicioso, que es el Amén de Dresde, que aparece antes en la obra de Mendelssohn que en la de Wagner. Es un programa de referencias cruzadas.

Viene con «Parsifal», que fue su debut en el templo ‘wagneriano’ del Festival de Beyreuth. ¿Le da suerte?

No creo mucho en la suerte, pero sí es una pieza que para mí tiene un significado muy importante. Es la obra culmen de Wagner, la única obra que se escribió para el Festival de Beyreuth. Después de esa experiencia, es muy bonito poder ahora recordarlo a través de estos fragmentos sinfónicos y en València, con una orquesta a la que yo tengo tanto aprecio.

Ha sido el primer director, sin contar a Plácido Domingo que es tenor, en subir al podio de ese festival. ¿Qué supuso para usted?

Lo primero, un honor enorme. Un honor que, si es no el más grande, es de los más grandes a los que un director de orquesta se puede enfrentar. Fue una experiencia artística maravillosa, sobre todo por el equipo de músicos, tanto en el foso como en el escenario, el coro,... Fue una revelación para mí trabajar con ellos en una atmósfera tan intensa y tan exigente, pero tan positiva. Y con tanto amor, pasión y entrega por la música de Wagner. También ha sido un espaldarazo importante a mi carrera y en mi relación con la música de Wagner. 

¿Wagner es el ‘summum’ para todo director?

Sí, por supuesto. Es un compositor que, en muchos sentidos es el culmen de la historia de la música. Tiene exigencia a todos los niveles. Desde el punto de vista emocional, estético, técnico, filosófico, es tan grande que es inabarcable. Por supuesto para el público, pero para el intérprete y para el director de orquesta en particular, hay que estar muy preparado para acceder a ese universo.

¿Qué lo hace tan solemne?

No creo que sea solemne, simplemente es profundo. Es un compositor que requiere del oyente y del intérprete, hay mucha profundidad en lo conceptual, en la preparación, en asimilar toda la información que da. Finalmente todo sirve al drama musical, todo sirve a la escena, a la dramaturgia, al teatro. Es algo que puedes enfrentar como un entretenimiento, donde pasar unas cuantas horas en un teatro. Requiere una concentración y preparación previa, de una predisposición. Pero a cambio que ofrece una de las experiencias más intensas que uno pueda vivir. 

«Cualquiera en un estudio puede crear música a la carta», dice Heras-Casado, que el 2 de febrero dirige en Les Arts

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¿Qué siente Heras-Casado ante las partituras de Wagner?

Mucho respeto.

En el concierto también hay lugar para Mendelssohn, que invita al recogimiento religioso. ¿La música clásica nos acerca a nuestro yo más espiritual?

La música clásica nos acerca a todas las posibles dimensiones del yo. 

Esto choca en estos tiempos de consumo rápido.

La música de consumo rápido está dirigida a otro tipo de público y tiene otro tipo de aspiraciones. Ya casi cualquiera en un estudio puede crear música a la carta. Los grandes estudios crean, diseñan artistas que vienen de la nada, diseñan cómo tienen que ser, cómo tienen que comportarse, cómo tienen que vestir. Y aparecerán con sus fans y en las redes sociales. Y la música está creada para servir un objetivo, que es ganar el mayor dinero en el menor tiempo posible. Todo eso aparece y desaparece. Pero eso no se puede comparar con la experiencia del gran arte. En la música, el teatro o la danza hace falta una predisposición, una preparación, un estado de ánimo y vital diferente al del placer inmediato. Esto es más necesario que nunca. Siempre lo ha sido y sigue siéndolo. No podemos acercar la música clásica al público desprendiéndola de todos los valores que tiene y toda su dimensión.

¿Con qué compositor se siente más cómodo?

Me siento cómodo con todos, porque llevo toda mi trayectoria dirigiendo todo tipo de repertorios. Si no me sintiera cómodo con un compositor, no saldría al escenario con él.

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