En agosto de 1994 estábamos en Estivella con nuestro hijo Pablo. El Levante jugaba frente al Valencia B en un triangular de preparación para la nueva temporada. Durante el partido Juande Ramos, entrenador levantinista, hizo un cambio y sacó al terreno de juego a un jugador llamado Sergio. Al verlo nos aparentó un chico grandote con demasiada cintura. Se lo dijimos a nuestro hijo. Pero cuando vio como se desenvolvía en el campo nos respondió: "No te equivoques, papá. Este Sergio sabe jugar al fútbol, es un diamante en bruto que triunfará en el Levante, ya lo verás". Casi diecisiete años después recordamos las palabras de nuestro hijo. Porque fueron acertadas, vaya si lo fueron. Sergio, luego llamado Ballesteros en el mundo futbolero, destacó en aquel Levante del récord de victorias. Tanto que, en la siguiente temporada, lo fichó el Tenerife. Pasó luego por el Rayo, Villarreal y Mallorca dando en los tres equipos un buen rendimiento. Hace tres años volvió al Levante, su equipo del alma. Nada más llegar asumió el papel de líder en un equipo ejemplar que alcanzó un ascenso impensado a Primera y que está consolidando ahora su presencia en esta división de los grandes.

Si las lesiones no se lo impiden, Ballesteros podría entrar en el club donde están inscritos jugadores como Maldini, Forneris, Iborra o Donato. Un club de futbolistas que alcanzaron los cuarenta años jugando bien al fútbol. Nos gustaría mucho que lograra entrar en este club. Sería la mejor rúbrica a su importante trayectoria deportiva. De momento con la renovación de su contrato por un año más con el Levante ha dado un paso adelante en el camino hacia este respetable club de cuarentones. Lo estuvimos pensando mientras veíamos el viernes pasado la película "Gigante". La emitieron con motivo de la desaparición de la seductora actriz Liz Taylor, la de los incomparables ojos de color violeta, y su título nos pareció adecuado para aplicarlo a la figura de Ballesteros. Porque este colosal futbolista del Levante es un "gigante" de imponente físico, un "gigante" de corazón granota, un "gigante" de capacidad de liderazgo, un "gigante" de honradez profesional y un "gigante" de amor a los suyos. Un "GIGANTE" con mayúsculas que ha escrito, está escribiendo y escribirá hermosas páginas en la historia del Levante. Por ello se merece que le demos las gracias en nombre de la afición levantinista deseando que su portentosa fuerza física tarde mucho tiempo en comenzar a decaer.