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Dos realidades enfrentadas

El Levante UD exhibe su espíritu de equipo ante el Valencia, que juega a impulsos víctima de sus dudasKoné es una amenaza constante en el área de Guaita El grupo de Emery vuelve a desaprovechar su ventaja

Dos realidades enfrentadasroberto n. cataluña/superdeporte

El último derbi terminó con empate en el marcador y con el equipo más poderoso de la ciudad por delante de su vecino en la clasificación. Pero uno se retiró abatido por las dudas y el otro crecido por la confirmación de su estilo. El Levante UD se sintió ganador por muchas razones: Por su honesta apuesta futbolística, por su fuerte personalidad frente a las dudas del rival, por su confirmación en la parte alta de la tabla a estas alturas de temporada, porque es una amenaza real a la supremacía del Valencia este curso. La escena, al terminar el partido, fue elocuente: Pañuelos y caras largas entre los inquilinos de Mestalla; euforia absoluta entre la hinchada "granota".

El plan del Levante UD en Mestalla estaba detalladamente estudiado: Jugar al fútbol sin complejos, sin prisas, libre de toda presión. Los atletas experimentados llaman, a esta forma de competir, y de entrenar, "correr por sensaciones". Tras un tiempo obsesionados en medir todo lo medible -distancia recorrida, ritmo kilométrico, pulsaciones, frecuencia máxima cardiaca-, llega un día que ya no hace falta el pulsómetro. Basta con el sentido común. Con dejarse llevar. Mientras el Valencia jugó con el cronómetro puesto, el Levante UD se dejó todos los instrumentos de medición en el vestuario. Jugó con la cabeza, con frialdad: el Valencia lo hizo con el corazón, consciente del análisis al que le somete Mestalla en cada acción. La sonrisa de JIM, tras escrutar el ambiente en las gradas y acomodarse en el banquillo, le delató. "¡Aquí hay mucho que pescar!", se diría a si mismo. "Esto es una bomba de relojería", rumiaría en su interior.

El duelo se definió rápidamente sobre el césped. Ambos cumplieron con el guión esperado. El Valencia tomó la iniciativa, con Parejo de gestor del juego y Mathieu y Pablo abriendo el campo; el Levante UD juntó filas y se desplegó al contragolpe, lanzado por Valdo y Koné. Nada nuevo. En el centro, Barkero aportó la elegancia, el suplemento que eleva al Levante UD a un plano desconocido. El Valencia, con más dudas, jugó a impulsos, dependiente de su fútbol intermitente. Enfrente, el Levante UD se comportó como un equipo. Un bloque solidario, bien construido desde los campos de entrenamiento y la pizarra del vestuario.

El Valencia es una caja de sorpresas. Pero quien duda de su talento se equivoca. Su gol fue una muestra de elegancia. Al grupo de Emery le faltó después lo de siempre: La calma suficiente para templar el partido y llevarlo a su terreno. El Levante UD jamás desfallece. Y tiene un tesoro como delantero. Koné no solo empató, sino que amenazó con la victoria "granota" en un tramo final trepidante. La réplica de Alcácer fue inmediata. Cualquiera de los dos pudo ganar, pero en conceptos globales el Levante UD fue mejor. Es más equipo que el Valencia, pese a que su presupuesto representa una décima parte al de su rival.

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