«Aquella noche nadie durmió en Llíria», así recuerda Andreu Casadevall, técnico en aquel momento del Choleck Llíria el mágico día del 25 de mayo 1991. Esa tarde el conjunto edetano escribió con letras de oro la página más brillante en su historia tras conseguir el ascenso a la liga ACB. La localidad de la comarca del Camp de Turia recuerda con nostalgia las bodas de oro de un premio deportivo que puso a Llíria en el mapa del baloncesto de élite en España. El próximo miércoles se cumplen 25 años de todo un hito.

El equipo valenciano no era candidato esa temporada a pelear por el ascenso. Tras un inicio irregular y presidido por un hombre que llevaba el baloncesto y sobre todo su Llíria en la sangre como Pepe Morato, hubo un relevo en el banquillo que luego sería clave. Lluis Andes renunció por motivos personales y un joven Andreu Casadevall, con 28 años en aquel momento, tomó las riendas de un Llíria colista y cuyo objetivo era evitar el descenso. Tras un viaje a Gijón donde vio en directo las evoluciones de la plantilla, el entrenador de Santa Coloma guió al equipo no solo a salir de los puestos de descenso sino a conseguir meterse en puestos de play-off de ascenso pero sin visos de que poder conseguirlo. El Cajamadrid de Brabender fue el primer escollo. En una eliminatoria ajustada los edetanos se impusieron por 2-1 y se encontraron en una final casi de incógnito. El último rival era el Prohaci Mallorca. El conjunto balear había quedado campeón de la fase regular y era el máximo favorito para ascender. Además en Llíria se recelaba con que a la ACB le interesaba el ascenso de los mallorquines por aquello de que el baloncesto de élite llegara a la isla y no tanto a Valencia, donde un joven Pamesa Valencia daba sus primeros pasos. El Choleck Llíria hizo la machada y volvió de Palma de Mallorca con un 0-2. El ascenso quedaba a un partido y con el pabellón Pla de l´Arc como testigo.

Esos días en Llíria la gente no hablaba de otra cosa que no fuera el ascenso. «Aquella semana fue complicada. Al llegar de Mallorca la gente nos estaba esperando. En la calle y los aficionados te paraban y preguntaban sobre el partido. La semana se hizo eterna y nos metimos mucha presión», recuerda Casadevall.

Con gente casi colgada del techo, Pla de l´Arc se llenó dos horas antes de que arrancara el partido aquel mágico sábado 25 de mayo. Los nervios iniciales fueron poco a dejándose atrás, y el Choleck Llíria demostró que era su año. «Un robo final de Chus Bueno nos guió al triunfo. En ese momento supe que lo habíamos conseguido», comenta Andreu Casadevall. Al final 92-84 y el Llíria era de ACB.

Carlos García, era miembro de aquella plantilla. Nacido en Llíria posteriormente tuvo la oportunidad de jugar con el club en la ACB. «Lo que nos jugábamos si lo piensas en perspectiva era tremendo. Estaba en juego algo increíble y casi imposible como subir a la ACB. Menos mal que hay fotos, si no, no me lo creería todavía», afirma el ex jugador.

«Aún te emocionas cuando recuerdas aquello porque de una población con 15.000 habitantes y subir a la ACB era un sueño que se hizo realidad. Fue un trabajo de gente del pueblo que poco a poco cimentó un proyecto como aquel», apunta Casadevall.

Francisco Aurioles, Chus Bueno, Carlos García, Paco Jiménez, Mariano Villagrasa, Alberto Frías, Alfonso García, Goyo Carrillo, David Cooke, Miguel Ángel Navarro y los juniors Carlos Torrijos y Quique Andreu fueron los héroes de aquel «descarado» ascenso.

El después denominado Ferrys Llíria permaneció durante dos campañas en la ACB, aunque eso ya es otra historia.