¿Cómo le va la vida?
Muy bien, preparando las elecciones a la federación italiana, donde los futbolistas tienen derecho al voto y progresando en los derechos de los jugadores.
¿Qué recuerdos tiene de su llegada al Levante UD y de los dos años que vistió de azulgrana?
Solo buenos. Venía de recuperarme de una rotura del ligamento cruzado, pero no tenía miedo. Después de 10 años allí, surgió la oportunidad de venir a España y y tenía mucha ilusión de venir a jugar. El Levante venía de una progresión muy fuerte con Villarroel, que se planteaba entonces algo diferente de lo que fue después. La idea era la permanencia en Primera por muchos años. El primer año todo fue muy bien y en el segundo teníamos grandes jugadores, una plantilla para la permanencia, pero la situación general del club nos condenó. Además, empezar mal la Liga fue un lastre.
¿Cuál fue el principal error de Villarroel?
Los contratos que firmó, de mucho dinero, demasiado para un equipo que tenía como objetivo la permanencia. Con menos inversión, podían haber hecho una plantilla bastante competitiva. Si lo hizo es porque tenía hechos sus cálculos, pero luego vino la crisis.
Como presidente de los futbolistas italianos, usted ha criticado la conversión del fútbol en un negocio por encima de todo.
En Italia, al menos, es un gran problema. Sería importante poner un límite al mercado de los fichajes, porque al final hay equipos que en cada ventana cambian 15 o 20 jugadores y eso es por negocio. Eso le hace daño a los jugadores. Como presidente del sindicato, podría pensarse que estamos en contra de los jugadores, porque habría menos posibilidades de movernos, pero las operaciones entre países no son reales, los valores no se corresponden. El fútbol se ha convertido en un mercado más importante en esto que en lo deportivo. Todas las competiciones van a poner reglas. Preocupa porque las inversiones se van fuera, hay comisiones, intervienen fondos de inversión... y el tema deportivo se queda en segundo plano. Por eso se fue Prandelli del Valencia.
Dijo que se sintió engañado.
Porque vio que preocupaba más el dinero que el proyecto deportivo. Eso ocurre cuando te olvidas de que esto es un deporte, en el que hay que trabajar, aprender de los errores, buscar la estabilidad de la plantilla. Creo que tenía motivos muy serios para dejar un lugar y un equipo con tanta historia.
Usted estuvo 10 años en la Roma. Ya quedan pocos casos de ese tipo de fidelidad en el fútbol.
Para mí fue una fortuna. Encima, ganando títulos. Si no me hubiese lesionado en 2008 en el Levante, igual seguiría en Valencia. Y también hay que tener la suerte de que el club te quiera. Muchas veces no son los jugadores los que quieren irse, sino los intermediarios, los presidentes... el entorno que envuelve el negocio al que me refiero.
El Calcio, ¿está limpio ya de toda corrupción?
El deporte en general tiene un problema con las apuestas y las quinielas. En Italia hemos pasado unos años con condenas de cárcel y clubes que han descendido. Pero es muy complicado controlarlo. En Italia hay un problema con los equipos amateur también, pues están en las apuestas. Ahora tenemos en el Calcio la normativa más fuerte del mundo contra esto. Los profesionales no pueden apostar ni siquiera en un partido de otro país, ni de selecciones. Es la única federación que tiene esas normas. Como la pena mínima son 2 años, todo el mundo está muy atento.
En la grabación que reveló que el Levante UD se había vendido al Athletic, en 2007, su excompañero Descarga dijo que sólo tres futbolistas (Molina, Tomassi y Rubiales) se negaron a cobrar por perder.
Fue el último partido de Molina como profesional, que era mi amigo y compañero de habitación. ¿Lo que ocurrió? No te puedo decir los detalles de lo que pasó, porque no los conozco.
¿Qué opina de la frustrada cesión de Roman Zozulya al Rayo Vallecano por la presión de la afición rayista?
Esto de las presiones de los aficionados lo conocemos mucho en Italia, donde tenemos un órgano de control que creamos hace 3 años para estudiar todos los casos de este tipo de violencia. Muchas veces el deporte sirve a la política y muchas veces hace cosas buenas, pero lo que no puede ser es dejarse vencer por las presiones en un trabajo, porque los futbolistas son profesionales por encima de todo. Lo que vale es si haces bien o mal tu trabajo.
Lo dice un tipo muy comprometido con la izquierda.
¿De izquierdas? Muy poca gente puede decir que tiene a alguien a su derecha. Todo el mundo tiene derecho a manifestar sus ideas, su religión, tenemos que ser libres.
¿Cuál ha sido el mejor equipo que ha visto jugar?
Mi Roma (bromea). Era muy joven, pero mejor fue el Milan de Sacchi y de Capello. Y el Barça de Pep (Guardiola), cuando estaba en el campo y en el banquillo. Lo conocí en Roma y me encantó como persona.
Usted vio jugar a Maradona en el Nápoles. ¿Ha sido el mejor?
Maradona llegó a Italia y ganó la Liga inmediatamente. Todo el mundo habla de Maradona, porque ha sido muy especial. Pero también he disfrutado de Ronaldo y, por supuesto, de Paolo Maldini, el futbolista que más años ha jugado al nivel máximo.
¿Qué puede decirme de Totti?
Es la «romaneidad». Adoro los futbolistas simbólicos para sus clubes. Con el Levante UD tuve la suerte de vivir la despedida de Raúl, otro grande, en el Bernabéu. Son jugadores que han de terminar con su camiseta. El fútbol sobrevive por los símbolos.
¿Volverá el fútbol a ser como era antes?
No. Ahora cambian los colores de las camisetas, manda el marketing. Por eso me gustan mucho los cromos, porque pone lo justo: el nombre del jugador, la camiseta y el escudo.