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Alerta en Orriols

Tribuna

Alerta en Orriols

La incertidumbre se ha apoderado por completo del estado de ánimo granota. Tras meses de una calma falsa alimentada por el espejismo de una permanencia que parecía al alcance de la mano, y que hoy día parece más en riesgo que nunca, el levantinismo se ha despertado de forma abrupta para encontrarse de golpe una realidad que, como poco, no invita al optimismo.

Una vez superada la era de la economía de guerra, en el que la supervivencia de la entidad era el único objetivo, esta campaña tendría que haber sido la del inicio de un nuevo Levante; liberado de la carga de la deuda concursal, con capacidad de inversión en jugadores, y posibilidad de plantearse ambiciosos proyectos de futuro como la reforma de Ciutat y la nueva ciudad deportiva situada en Nazaret.

Con la histórica venta de Lerma, consolidarse en la élite del fútbol español parecía no solo un objetivo realista, sino necesario, para un club que supo reinventarse, modernizarse y renacer de las cenizas. Sin embargo, conforme ha ido avanzando el curso, y el efecto Paco López se ido diluyendo -habiendo obtenido únicamente 3 victorias desde el mes de noviembre- las grietas en el guión establecido desde los despachos de Orriols se han ido evidenciando cada vez más.

Malas sensaciones, mal ambiente, y un empeño demasiado descarado por buscar errores -y responsabilidades- únicamente fuera del club. Gran parte de la afición vive frustrada, crispada, e incluso, se siente engañada por unos dirigentes que no han sabido convertir los cuantiosos recursos destinados a la incorporación de jugadores en rendimiento deportivo.

No es casualidad que la continuidad de Tito siga en el aire. Ya hay pocas dudas que, en caso de descenso, será señalado como máximo culpable del fiasco. Sin duda, sus desatinos están contribuyendo a que el equipo esté llegando al tramo decisivo mermado, y sin apenas recambios de garantías a disposición del entrenador. Tampoco han ayudado un cúmulo de deslealtades, en forma de filtraciones interesadas, y la actitud de indefinición primero, transformada en desprecio después, del Consejo de Administración.

Ahora bien, que quede claro; el conjunto azulgrana tiene muchas opciones de conseguir el objetivo de la salvación, pero aún cumpliendo el listón mínimo, la gestión de la parcela deportiva se merece un rotundo suspenso.

Es en este tramo final cuando el levantinismo debe mantenerse más vivo y unido que nunca, sin perder la perspectiva de que las cosas se han hecho realmente mal. Ojalá este año convulso, lleno de patinazos, escándalos, decisiones incomprensibles, y pésimos resultados sobre el terreno de juego, acabe con un final feliz. Pero que nadie se confunda, el crecimiento incontestable del Levante ha elevado el listón para todos sus estamentos, y en base a ello, se pondrán las notas a final de curso.

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