El último paso para la práctica desaparición del sistema financiero valenciano, tras la intervención del Banco de Valencia y la CAM y la dilución de Bancaja en Bankia, está en marcha. Cajas Rurales del Mediterráneo (CRM), el grupo liderado por Ruralcaja y del que forman parte otras catorce cooperativas de crédito de la Comunitat Valenciana, está a punto de cerrar un acuerdo de fusión con su gran competidora, la andaluza Cajamar, de la que forman parte asimismo otras seis rurales valencianas. Mientras que Cajamar prefirió optar por no hacer comentario oficial alguno al respecto, un portavoz autorizado de CRM confirmó la existencia de las negociaciones al tiempo que negaba que se hubiera alcanzado ya un acuerdo y apuntaba que las conversaciones abarcan a más entidades.

Se refería a que el pasado día 2, el presidente de CRM, Eduardo Ferrer, remitió una carta a la Asociación Española de Cajas Rurales, en la que están integradas todas las cooperativas del país a excepción del grupo Cajamar, en la que lanzaba la propuesta de unión de todas ellas bajo la cabecera del Banco Cooperativo. Esa carta se confeccionó después de que en el seno de la organización fracasara el intento de hacer una reforma estatutaria cuyo propósito principal consistía en blindarla ante posibles fugas de afiliadas hacia Cajamar. Una de las socias que votó en contra fue CRM, en un momento en que ya negociaba con la andaluza. El jueves de la semana próxima está convocada una reunión de la junta directiva de la asociación para tratar sobre la oferta del grupo valenciano. En ese encuentro, CRM tiene previsto comunicar que, si el resto de rurales rechaza su oferta de integración, consumará su fusión con Cajamar. En caso contrario, intentaría poner en marcha ese proyecto y la andaluza quedaría al margen, de momento.

Pero las diversas fuentes consultadas por este diario aseguran que la respuesta que recibirá CRM será negativa. Y es que esta misma semana un grupo de rurales de las denominadas provinciales —las mismas con las que la valenciana intentó sin éxito crear un SIP de ámbito nacional—, mantuvo una reunión en la que acordaron rechazar la oferta de CRM y, en consecuencia, abrirle la puerta para que se vaya a Cajamar.

El acuerdo entre estas dos daría lugar a un grupo con cerca de 60.000 millones en activos en el que la andaluza, dado su mayor tamaño, actuaría como absorbente, aunque las fuentes consultadas adelantan que la operación será presentada como una fusión sin ese cariz. El mencionado portavoz de CRM aseguró que estas conversaciones no están motivadas por «la exigencia de nadie ni por ninguna causa coyuntural, sino que forman parte del proceso de integración del sector iniciado en 2006».

La cuestión es que en ese proceso, hasta ahora, nunca se había vislumbrado la opción de que se acabaran uniendo las dos entidades que históricamente encabezaban el escalafón del sector —Cajamar (líder) y Ruralcaja (segundo lugar)—y cuya enemistad (digamos competencia) era enconada, en especial a partir del momento en que la andaluza fue captando adeptos en la Comunitat Valenciana. El cambio radical es fruto de la delicadísima situación que atraviesa el sistema financiero y de la voluntad del Banco de España de que las firmas del sector ganen tamaño, en especial en uno tan atomizado como el de las rurales. Tampoco hay que olvidar que, durante los años de bonanza, la Ruralcaja presidida por Luis Juárez se embarcó, como el resto de entidades financieras valencianas, en la orgía del sector inmobiliario que ya se ha llevado por delante a la CAM y al Banco de Valencia.

Un grupo andaluz con acento valenciano

La unión entre Cajamar y CRM daría lugar a un grupo cooperativo liderado por Andalucía pero en el que la Comunitat Valenciana tendría un peso considerable. CRM aportará un total de 11.000 millones en activos, resultantes de la suma de las quince entidades que lo integran, entre las cuales el liderazgo lo ostenta Ruralcaja, aunque incluye también a firmas relevantes como Crédit València o Caixa Rural Torrent. Por su parte, Cajamar está conformado también por seis rurales de la autonomía: Caja Campo, Castelló, Turís, Casinos, Albalat y Petrer. Sus activos suman 48.000 millones. De esta forma, poco más de una docena de cooperativas valencianas seguiría sin formar parte de ningún grupo. Las más significativas de ellas son la Central de Orihuela y Caixa Popular. También siguen de momento independientes las rurales de Algemesí y un grupo de entidades castellonenses que en su momento formaron parte del llamado SIP de las locales, también denominado Solventia, una iniciativa de ámbito nacional que el Banco de España rechazó al considerar que no comportaba un suficiente grado de integración entre sus miembros. j. c. valencia