La reacción desmedida que un simple tuit del presidente electo de EE UU, Donald Trump, ha provocado en el sector de la automoción estadounidense, ha añadido algo más de tensión al ya de por sí complejo año 2017 que se vislumbra en la factoría de Ford en Almussafes. El pasado martes, el presidente de la compañía, Mark Fields, anunció la cancelación de la inversión de 1.600 millones de dólares para una nueva planta en México después de que Trump amenazase meses atrás a Ford con la imposición de aranceles de hasta el 35% a los vehículos producidos en México y que son exportados a EE UU. El mismo martes, Trump amenazó por twitter a General Motors: «GM está enviando el modelo Chevy Cruze hecho en México a los concesionarios de EE UU sin tarifas. ¡Fabrique en EE UU o pague un gran arancel aduanero!».

Este diario no obtuvo respuesta de la dirección de Ford en Almussafes, pero desde UGT, sindicato mayoritario en la plantilla, reconocieron algo de inquietud por el movimiento aislacionista de la compañía, replegando inversiones y producción hacia Michigan. Eso sí, aseguran que no hay por qué temer por la inversión comprometida por Ford en Almussafes de más de 100 millones en 2017 y que, de hecho, ya se está implementando.

Concretamente, se trata de la adaptación de las líneas de motores para el montaje del nuevo modelo Maverick, la gran esperanza para este planta, pero que no se producirá hasta 2018.

Almussafes exporta a EE UU muchos vehículos, como las Transit que hacen de taxi en Nueva York, pero el grueso de su producción va a Europa. En el caso particular de motores, sí que casi toda la producción va a Estados Unidos, salvo una parte de los Jaguar Land Rover que dejarán de producirse hacia mayo. Una vez desaparezcan, todos los motores irán a EE UU, como el nuevo Maverick, desde 2018.

Ayer, Trump agradeció a Ford la cancelación de la inversión en México: «Gracias a Ford por cancelar una nueva planta en México y crear 700 nuevos empleos en EE.UU. Este es el inicio, viene mucho más».