Encuentros digitales

En los últimos doscientos años la población mundial se ha multiplicado por siete, el comercio ha experimentado un incremento de más del 540 % y el Producto Interior Bruto (PIB) a escala global es sesenta veces más elevado que en 1820. No obstante, en esta sociedad cambiante se desechan diariamente más de 460.000 móviles y 142.000 ordenadores —basura electrónica—, y el 33 % de los alimentos que se producen anualmente es arrojado al vertedero. El crecimiento económico y el aumento de la producción, tanto de bienes como de servicios, parece ser una condición sine qua non para el mantenimiento del bienestar de la población, así como del sistema en el que se integra. Pero, ¿a qué precio?

Para reflexionar sobre cuáles son los retos de una sociedad que apuesta por la sostenibilidad, Levante-EMV y Work Café Santander València desarrollaron un encuentro telemático en el que el director del Centro Internacional de Investigación e Información sobre la Economía Pública, Social y Cooperativa (Ciriec), José Luís Monzón Campos, expuso las claves competitivas de un modelo económico circular.

Junto a él, destacadas personalidades del ámbito empresarial valenciano no quisieron perderse la clase magistral del catedrático de Economía Aplicada de la Universitat de València (UV), por lo que el espacio de emprendimiento del Banco Santander también recibió a José Manuel Pastor, decano de la Facultad de Economía de la UV. El acto, que estuvo conducido por la directora de Levante TV, Silvia Tomás, también contó con la presencia de Antonio Valldecabres, delegado territorial del Banco Santander, y José Miguel Lorente, director de Instituciones en la territorial valenciana de la misma entidad bancaria.

Déficit ecológico

«No vale crecer por crecer, sino hacerlo de forma sostenible». Con esta rotundidad se manifestó Monzón Campos, quien aseguró que «a veces lo más difícil es demostrar algo obvio». Según expuso, «no se puede continuar indefinidamente por la senda del crecimiento económico actual sin comprometer de forma irreversible el futuro del planeta». Una afirmación que, lejos de ser profética o alarmista, se trata de un dilema asentado en dos ejes estructurales: el consumo intensivo de recursos no renovables y la sobreexplotación de recursos renovables. Este binomio casuístico, como matizó el catedrático de la Universitat de València, conduce a una «ruptura de los equilibrios ecológicos» y, por ende, a la pérdida de biodiversidad.

De hecho, el desarrollo significativo de industrias como el petróleo, la alimentación o el textil —cada día se desechan 90.000 camiones de prendas— han disparado un 65 % las emisiones de dióxido de carbono en los últimos 30 años, así como la temperatura media mundial. Indicadores que permiten observar lo que Campos definió como la «insostenibilidad de los sistemas de producción actuales» y que afectan directamente a la huella ecológica y a la biocapacidad. En un contexto imperante deficitario en términos ecológicos, el director de Ciriec en España no dudó al estimar que se necesitarán 2,5 planetas como la Tierra en 2050 para revertir ese débito. Pero, ¿cuál es la alternativa a este modelo de crecimiento lineal? Según desarrolló el ponente, debe producirse un cambio de paradigma en el que extraer, producir, usar y tirar viren hacia la denominada economía circular, en la que prevalece la reparación, restauración y regeneración.

Economía circular

«El modelo de economía circular permite que los residuos puedan transformarse en recursos», explicó Campos. Así, este ambicioso objetivo se acomete gracias a que cada fase del proceso de producción se guía por la idea de la regeneración —cradle to cradle—. En este sentido, los nutrientes biológicos de un producto son biodegradables y reintroducibles en la naturaleza, del mismo modo que los nutrientes técnicos pueden reutilizarse o reciclarse.

No obstante, según matizó José Luís Monzón, nada de esto sería posible sin la trazabilidad y clasificación de los desechos, para lo que se hace indispensable la economía digital y la aplicación de la ingeniería de datos. Sobre el impacto que este nuevo modelo puede ocasionar en la economía, el ponente defendió que alrededor del 90 % de los empresarios se muestra optimista con los sistemas circulares —se prevé un incremento en términos netos de la empleabilidad, así como del PIB europeo, y un cambio ya cuantificable en el consumo y la demanda—, pero aseguró que para garantizar su viabilidad es necesaria la acción pública.

«Es evidente que los grandes desafíos que tiene la humanidad requieren de una potente acción colectiva, de cualquier otro modo no tenemos nada que hacer», reivindicó el catedrático de Economía Aplicada. Hizo referencia a una acción colectiva controlada por la sociedad civil y con un tejido asociativo mejorado. Es decir, «un modelo ejemplar de control de los poderes públicos». Su importancia radica en su capacidad de demanda —el sector público es uno de los principales contratistas— y de regulación. De hecho, hace escasos meses se adoptó el Plan de Acción para la Economía Circular de la Comisión Europea fundamentado en el empoderamiento de consumidores y compradores públicos, nuevas cadenas de valor y política de productos sostenibles.

Conseguir lo que es necesario

Concienciar es en este punto, según expuso el director nacional de Ciriec, una acción obligada. «Hay que educar en valores sostenibles porque el planeta no es infinito». Concebir e idear las cosas con el objetivo de que tengan muchas vidas, cambiando el viejo axioma de que la política es «el arte de lo posible» por «el arte de conseguir que lo que es necesario sea posible». Para ello, deben convergir una «potente acción colectiva», un sistema educativo formado, empresarios que aboguen por sistemas de producción sostenibles e iniciativas públicas que posibiliten tanto líneas de financiación como contratación pública y normativa específica.

Seis líneas de actuación para la efectividad de la economía circular

La economía circular define seis vectores que garantizan la consecución del objetivo «residuos cero». Deconstrucción, recuperación de alimentos, minería urbana, nueva economía textil, logística inversa y supra reciclaje permitirán no solo generar nuevos modelos de negocio, sino también oportunidades laborales.Empleos que se desarrollarán en sectores innovadores y empresas circulares de forma paralela a la destrucción de la actividad profesional en aquellos sectores considerados contaminantes. De hecho, se estima que el crecimiento neto del empleo en Europa entre 2020 y 2030 supere los 700.000 nuevos puestos de trabajo en sistemas circulares.

Oportunidad de negocio

Actualmente, el continente ya cuenta con más de cuatro millones y medio trabajadores y trabajadoras en este tipo de empresas. Además, la economía circular trae consigo nuevas oportunidades de «negocio circular», como la gestión de residuos, la reparación, la remanufactura, la servitización o el pago por uso —economía colaborativa—. Este sistema permitiría dejar atrás, del mismo modo, cifras alarmanten industrias altamente contaminantes, como la construcción. Y es que, más del 54 % de los residuos de este sector son arrojados a los vertederos, los edificios absorben el 40 % de la demanda de energía primaria en Europa y representan el 25 % del agua consumida en el territorio de la Unión Europea. Para ello, se deben superar retos como la interacción de la iniciativa pública, empresarial (oferta) y de los consumidores (demanda).