El expediente de regulación de empleo (ERE) propuesto el lunes por la dirección de Ford Almussafes para 630 trabajadores de la plantilla valenciana lleva camino de traducirse en cientos de despidos traumáticos. La empresa aseguró tras comunicar la fatal noticia a los representantes sindicales que trabajará junto al comité de empresa «para minimizar el impacto en nuestros empleados, sus familias y la comunidad local», pero los recientes despidos en la planta de Almussafes han reducido notablemente el número de personas en edades cercanas a la jubilación a quienes poder ofrecer salidas incentivadas, dejando en el disparadero a trabajadores de segmentos de edad más bajos.

La pandemia ha terminado de sumir a Ford Almussafes en una grave crisis que ya se inició con la metamorfosis hacia la electrificación que vive el sector del automóvil. A inicios de 2020 la marca del óvalo anunció inversiones para la planta valenciana, pero la explosión del coronavirus congeló el mercado y forzó a reestructurar la producción. Ford planteó entonces un ERTE pero renunció a las exoneraciones a las cuotas de la Seguridad Social que ofrecía el Gobierno. ¿El motivo? Evitar comprometerse a no despedir en seis meses como impone la herramienta para quienes repercutan esa parte de salarios al Estado.

Sin margen de maniobra

Así las cosas, solo dos meses después llegaba el primer ERE. La empresa entonces planteó 350 despidos y ofreció unas condiciones ventajosas para incentivar que la plantilla se acogiera voluntariamente. De hecho, se presentaron 440 trabajadores para aquel proceso, en lo que fue un síntoma inequívoco de que se lograron esquivar las salidas traumáticas. Sin embargo, ahora la situación ha cambiado.

Aquel recorte de plantilla vació la bolsa de trabajadores de más de 58 años, que fue la edad a partir de la cual se ofrecieron prejubilaciones. En concreto, según cifras aportadas por el presidente del comité de empresa de Ford Almussafes, Carlos Faubel, a este diario, en estos momentos ya solo quedan 260 trabajadores de la factoría valenciana con más de 57 años. En el caso de que todos ellos aceptaran acogerse a los despidos voluntarios, todavía quedarían por cubrir otras 370 salidas, que serían las traumáticas.

El sindicato mayoritario en la planta, UGT, aseguró en el comunicado remitido a la plantilla tras la reunión del lunes que la empresa «ha ofrecido inferiores condiciones que en el acuerdo anterior», escudándose en que el coste de este proceso será «mucho mayor» por el «elevado número de despidos que quiere acometer» y por el «escaso personal con edades cercanas a la jubilación», y tachó de «oferta trampa» esta primera propuesta.

Por eso, se solicitó una moratoria de 15 días para negociar el expediente, lo que congela el reloj del procedimiento ya que hace que no se constituya todavía el período de consultas, momento a partir del cual hay un plazo de un mes para pactar las condiciones o firmar el ERE sin acuerdo. «El objetivo de la prórroga es estudiar cómo conseguir que los compañeros que salgan lo hagan sin traumas y en las mejores condiciones posibles», apuntó Faubel.

Otro aspecto que motivó la solicitud de aplazamiento es que el comité de empresa europeo se reúne el 30 de marzo, justo un día antes de que se cumplan esas dos semanas extra. Allí, Faubel avanza que «interpelará» a la dirección de Ford Europa, presente en el acto, para intentar obtener información sobre las previsiones que la compañía tiene para Almussafes a medio y largo plazo.

La clase política cerraba ayer filas en torno a la planta valenciana. El president Ximo Puig dijo estar «preocupado» pero confiado en su futuro, mientras el conseller Rafa Climent reclamó adjudicaciones para la planta.