Volcada en combatir la inflación, la Reserva Federal de EEUU ha decidido elevar de nuevo en 0,75 puntos el precio del dinero, como ya hizo el mes pasado. Se trata del cuarto incremento este año después de los de 0,25 puntos en marzo, que inició el nuevo ciclo después de cuatro años sin movimientos en este sentido; 0,50 en mayo y 0,75 en junio). Con esta decisión, con la que certifica su compromiso de combate contra la escalada de los precios el tipo de interés se sitúa entre el 2,25% y el 2,50%, por encima de los niveles prepandemia. El presidente de la entidad, Jerome Powell, ha iniciado su rueda de prensa insistiendo en el compromiso de la Fed en domar la inflación, incluso a pesar de que la actividad económica muestra signos de mayor debilidad.

El banco central de la primera potencia mundial asegura que "los indicadores recientes de gasto y producción se han suavizado. No obstante, la creación de puestos de trabajo ha sido sólida en los últimos meses y la tasa de desempleo se ha mantenido baja". En todo caso, el gran reto es la inflación, que "sigue siendo elevada, lo que refleja los desequilibrios de la oferta y la demanda relacionados con la pandemia, el aumento de los precios de los alimentos y la energía y presiones de precios más amplias".

La entidad, que no descarta nuevas subidas, destaca que los impactos de la guerra de Rusia contra Ucrania. Y subraya que busca "lograr el máximo empleo e inflación a una tasa del 2% a largo plazo". "El comité (el organismo que decide sobre los tipos de interés) está firmemente comprometido a devolver la inflación a su objetivo del 2%", insiste. Y ha asegurado, que en las circunstancias actuales, las decisiones de política monetaria se tomarán "de reunión en reunión" con los datos disponibles sin orientaciones a un plazo mayor, tal como ya dijo también el Banco Central Europeo (BCE).

El mes pasado, el presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Jerome Powell, adelantó que el organismo mantendrá su política de subidas de los tipos de interés aun a riesgo de que el país entre en una recesión, un escenario que no descartó. La inflación del 9,1% en junio, al nivel de hace 40 años, desató todas las alarmas. Y aún preocupa más el 5,9% de la inflación subyacente, que excluye los elementos más volátiles como la energía y los alimentos no elaborados, lo que supone el traslado de la escalada de precios al conjunto de la economía.

La prioridad del autoridad monetaria es combatir una inflación que está desbocada. Pero a diferencia de en Europa, donde el problema es de oferta, en EEUU es por acelaración de la demanda por el elevado empleo, lo que está recalentando la economía. Tras anunciarse la bolsa de EEUU, ha afianzado su tendencia al alza.

La Fed aumentó el precio del dinero en 75 puntos el mes pasado, lo que no ocurría desde hace 28 años, hasta el 1,5% y 1,75%. A su vez anticipó que en la reunión de este miércoles el nuevo incremento sería de 0,5 o 0,75 puntos. Y ha optado por la parte alta de la horquilla.

El Banco Central Europeo (BCE), que ha optado por endurecer su política monetaria más tarde, acordó la semana pasada un aumento de 0,50 puntos, el doble de lo había anunciad su presidenta, Christine Lagarde, lo que cerraba un ciclo de 11 años de dinero barato y suponía el mayor incremento de una sola vez en 22 años. A la vez aprobó un mecanismo para evitar posibles escaladas de la prima de riesgo de países de la zona del euro.

Este diferencial entre el área del dólar y el del euro ha fortalecido la divisa de EEUU, que recientemente alcanzó la paridad con la divisa común europea por primera vez en 20 años.