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Opinión | Tribuna

Aprovechar la coyuntura para corregir errores

La economía valenciana, y el conjunto de la economía española, están dejando poco a poco atrás la peor crisis que hemos vivido desde los años setenta. La recuperación iniciada tímidamente en 2014 se ha afirmado en 2015 y todo hace pensar que proseguirá con cierta fuerza en 2016, aunque persisten algunas incertidumbres que pueden operar en contra. Los factores que explican esta dinámica positiva son en parte externos y en parte internos, y habría que aprovechar esta nueva coyuntura para corregir los graves errores del pasado y orientar adecuadamente el modelo de desarrollo económico y social.

Entre los factores externos que apoyan la mejora de la actividad económica española y valenciana se hallan, sin duda, el mayor crecimiento observado en las economías desarrolladas (principalmente, Estados Unidos y la propia Unión Europea), la continuidad en el carácter expansivo de la política monetaria del Banco Central Europeo, el buen comportamiento del precio de las materias primas y la depreciación del euro respecto al dólar. En el ámbito externo, sin embargo, hay otros factores que pueden incidir de manera negativa, como la perspectiva de un menor crecimiento en distintas economías emergentes (China, Rusia, Brasil) y otros elementos vinculados a la estabilidad y seguridad del entorno internacional.

Entre los factores internos que propician nuestra recuperación económica se hallan, en primer lugar, los relacionados con el propio ajuste tras la crisis: así, con gran sacrifico de unos y otros, la deuda de las empresas y las familias ha ido cayendo y ello ha permitido recomponer nuevos planes de inversión y de consumo; asimismo, la devaluación salarial interna ha dado un cierto impulso a la competitividad y a la contratación.

El saneamiento de las finanzas públicas, sim embargo, llevará bastante más tiempo y es un factor que impide que la política fiscal pueda jugar un papel muy activo en la recuperación económica española y valenciana. Las exigencias europeas de reducción del déficit público no pueden eludirse (dado el alto nivel de endeudamiento alcanzado), sólo graduarse en el tiempo, y ello exige una adecuada priorización del gasto público. En el caso valenciano, también puede ayudar en el medio plazo un planteamiento más justo de la balanza fiscal con el Estado.

En definitiva, cabe contemplar con cierto optimismo la dinámica económica de la Comunidad Valenciana en 2016. Está aumentando el consumo y la inversión, incrementándose el número de empresas en los distintos sectores económicos. En particular en la industria, donde destaca la buena marcha de los subsectores de material de transporte, madera y caucho y plástico, y crecen con fuerza las exportaciones en general. También se ha apuntalado el sector agrícola, aunque sigue existiendo aquí la asignatura pendiente de lograr una mejora muy notable de las cooperativas agrarias. La construcción está emergiendo desde el fondo, y avanzan de buen grado, de manera generalizada, el comercio y el sector servicios (liderado éste por las actividades profesionales, el transporte, la hostelería y el turismo).

Con todo, esta buena dinámica no puede ser solo coyuntural y hacernos olvidar la exigencia que tenemos de reorientar nuestro modelo de desarrollo con el fin de afrontar los retos del entorno global. Ello obliga en el medio y largo plazo a apostar en mayor medida por un fortalecimiento de la base productiva, la educación, la formación profesional, la investigación, el ordenamiento territorial y el medio ambiente. Una tarea que es, por supuesto, responsabilidad de los gobiernos tanto regional como nacional, pero también de los distintos actores económicos y sociales y del conjunto de la sociedad civil.

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