Sostienen Llorca, Picazo y Gil que la última recesión «nos ha enseñado que las crisis financieras pueden interactuar con otras distorsiones en la economía real, y generar grandes consecuencias en términos de pérdida de producción y empleo. En la Comunitat Valenciana, el aumento de la tasa de desempleo fue brutal, pasando del 8 % antes de la crisis al 28% en 2013. Convivir en una Unión Económica y Monetaria no resulta fácil cuando se presentan perturbaciones asimétricas o idiosincráticas. La pérdida de instrumentos convencionales de política macroeconómica dificulta la posibilidad de realizar ajustes suaves y, en su lugar, acaban produciéndose ajustes mucho más costosos en términos de empleo y bienestar. En consecuencia, la tarea prioritaria de un país o región de la zona euro que quiera permanecer en la misma es dotarse de instituciones efectivas de cara a la instrumentación de políticas capaces de abordar los desequilibrios generados por perturbaciones asimétricas».