Pedro Sánchez  completa la decisión más compleja y trascendente de su mandato. Este martes, el Consejo de Ministros aprobó el indulto para los nueve presos del procés, con la pretensión de abrir una nueva etapa en Cataluña y en el resto de España, con el objetivo de pasar página del pasado y de "restituir la convivencia". Un gesto duramente rechazado por la derecha pero que el Gobierno quiere que sea un "primer paso" hacia el "reencuentro". Como defendía el presidente desde el Liceu de Barcelona, El Ejecutivo está dispuesto a "afrontar el problema", perseguir la concordia, y por ello, "pensando en el espíritu constitucional de concordia", el Consejo de Ministros dio el visto bueno a la medida de gracia. 

Tras una larga reunión del Gabinete -de más de cuatro horas-, el presidente compareció este martes para anunciar de manera solemne la decisión en una breve declaración institucional sin preguntas y en las escalinatas de la Moncloa. En ella reiteró su argumentación, y recordó que, "tras sopesar las razones a favor y en contra" de la medida, el Gobierno ha estimado que existen "razones de utilidad pública" que aconsejan el perdón a los nueve encarcelados del 1-O. Explicó entonces los grandes rasgos del acuerdo del Consejo de Ministros. Se trata, primero, de indultos parciales, ya que se conmutan "las penas pendientes de prisión, pero se mantienen las condenas por inhabilitación de todos los condenados".

Además, es una medida reversible: los indultos quedan condicionados "a que no se cometa un delito grave durante un plazo de tiempo". De lo contrario, el perdón quedaría "sin efecto". Aunque él no lo precisó, esa condicionalidad será de tres a seis años, según el penado. Los nueve expedientes, cada uno de ellos de unas 30 páginas, son individualizados.

El norte que guía el "camino" del Gobierno, y lo "hay" es que Cataluña no es posible sin España, ni España sin Cataluña

Sánchez, en su alocución de apenas cinco minutos alegó que "no está en cuestión" la vía judicial, que concluyó con la sentencia firme del Supremo de 2019. Sostuvo que "ahora es el momento de la política, de pasar página", el momento de "volver a la vía que nunca se debió abandonar", de "concentrar" todas las "energías en mejorar la vida" de los ciudadanos en "este tiempo de dificultades y esperanzas". A juicio del presidente, la "doble certeza" de que Catalunya sin España no sería europea, ni próspera, ni plural" y de que España sin Catalunya "no sería España", es el "norte" que guía el camino del Gobierno, "y hay camino".

"Entendimiento y no enfrentamiento"

El jefe del Ejecutivo, frente a las aceradas críticas de la oposición, esgrimió que ha tomado la decisión que es "mejor para Cataluña" y para el resto de España y "la más conforme con el espíritu de concordia de la Constitución". Los indultos, siguió, en línea con lo manifestado en Barcelona, afectan a nueve dirigentes independentistas, pero "están sobre todo dirigidos a los muchos catalanes que se sienten solidarios con quienes no están presos y también a muchos otros que no respaldaron sus actos pero sí creen que ya han cumplido suficiente castigo".

De nuevo, Sánchez insistió en que la medida de gracia no exige a sus beneficiarios "cambiar de ideales" ni el Gobierno "espera tal cosa". De hecho, los condenados no fueron "sancionados [por el Tribunal Supremo] por sus ideas, sino por sus actos contrarios a la legalidad democrática". El presidente enfatizó que la Constitución no es militante, pero sí exige que todas las ideas se defiendan "en el marco de la legalidad y con respeto a los derechos de todos". Así que el Gobierno "trabaja y seguirá trabajando para el entendimiento, no para el enfrentamiento".

El presidente mira al futuro con "más optimismo" y augura que habrá "dificultades", en el camino, pero "vale mucho la pena recorrerlo"

El Ejecutivo, continuó, pretende "abrir un nuevo tiempo de diálogo y tender puentes de concordia" -otra palabra fetiche- entre personas muy alejadas ideológicamente, pero que no se pueden ignorar. Auguró que habrá "dificultades", en el camino, pero "vale mucho la pena recorrerlo", y la obligación del Gobierno es "ayudar" a lograr ese "futuro mejor" en Cataluña y España. "En este día, miramos el futuro "con más optimismo".

Para Sánchez, la democracia española "demuestra hoy su grandeza", y es "una buena ocasión para que demuestren la suya quienes la cuestionan". Un aviso claro al independentismo: ahora son las fuerzas soberanistas, venía a decir, las que han de corresponder al gesto arriesgado del Ejecutivo y dar su propio paso.

Tres exconsellers con pena cumplida

En octubre de 2019, el Tribunal Supremo condenó a penas de entre 9 y 13 años de cárcel a los nueve líderes independentistas por los delitos de sedición y malversación. A Oriol Junqueras, exvicepresidente del Govern y líder de ERC, se le impuso la pena más alta, 13 años. Tres exconsellers (Raül RomevaJordi Turull y Dolors Bassa) fueron condenados a 12 años de cárcel y los otros dos (Josep Rull y Joaquim Forn), a 10 años y medio al resultar absueltos del delito de malversación.

La expresidenta del Parlament Carme Forcadell fue sentenciada a 11 años y medio por sedición, el mismo delito por el que se les impusieron nueve años al exlíder de la ANC y actual secretario general de Junts, Jordi Sànchez, y al líder de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart. Los exconsellers Carles Mundó, Santi Vila y Meritxell Borràs fueron condenados por el delito de desobediencia a multa e inhabilitación, pero el Supremo ya declaró hace menos de dos semanas cumplida la pena que les impuso.