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F. Calabuig
Ver galería >Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
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Se cumple un año del último partido que el Valencia CF pudo disputar ante su público en Mestalla, antes de la irrupción del coronavirus. Fue una victoria por 2-1 contra el Betis y desde entonces, como en el resto de campos, la afición ha estado ausente. Sin embargo, la sensación de orfandad ha sido mayor en Mestalla con la galopante crisis identitaria en la que se ha sumido el club bajo la gestión de Lim. Los seguidores blanquinegros han asistido a la decadencia sin poder animar a un equipo necesitado, ni poder dirigir sus críticas al palco.
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