«No basta con quererles, hay que demostrárselo», son palabras de Don Bosco, guía de la Fundación Maria Auxiliadora creada por las Hijas del mismo nombre conocidas como Salesianas y que fueron las encargadas en el año 2000 de dotar de un dentro de día de menores al Laura Vicuña de Torrent, hasta el momento destinado a mujeres en riesgo de exclusión social.
Un centro que con sus dos módulos, el de apoyo educativo destinado a niños de entre 12 a 16 años y el de inserción sociolaboral, para niños de 16 a 18 años, se ha convertido en toda una referencia de cómo buscar soluciones para esos «niños perdidos» como los de Peter Pan, que se ven sin futuro, tras repetir varios cursos y encontrarse en casa con situaciones familiares dramáticas.
«En el último informe hemos conseguido una reinserción educativa de entre el 40 y 50 por ciento sobre menores que han finalizado el curso, y una inserción laboral de entre el 5 y el 10%», celebra el director del centro, Paco Fenoll Puchades.
Actualmente son 111 menores los que diariamente pasan por las puertas del centro Laura Vicuña de Torrent, 75 plazas subvencionadas por el Consell para el modulo de inserción laboral y 12 por la Conselleria de Bienestar Social en el módulo de apoyo educativo. Esas 12 plazas, sin embargo , son insuficientes, y el dentro ha conseguido ampliar a 36 plazas gracias a la colaboración de entidades privadas como La Caixa o también de otras instituciones como el Ayuntamiento de Torrent.
«La realidad es que necesitaríamos ampliar las colaboraciones particulares porque eso es lo que nos da estabilidad económica y continuidad al proyecto, que siempre se encuentra en riesgo al depender tanto de las subvenciones públicas», señala Fenoll.
«Aquí sí me hacen caso»
Aumentar la inserción laboral es otro de los grandes retos de este centro. Para ello cuenta con cinco cursos de formación de auxiliar de peluquería, cortinaje, auxiliar de electricidad, auxiliar de estética y administrativo. El centro Laura Vicuña cuenta con más de 60 empresas concertadas para que los jóvenes puedan hacer prácticas, además de un servicio de búsqueda laboral individualizado.
Claudia es una de las que esté haciendo el curso de cortinaje, después de que el año pasado hiciera uno de estética. «Eso me gusta, cuando acabe tengo pensado matricularme en la escuela de adultos para sacarme el graduado y poder trabajar». Ella, como la mayoría, llegó derivada de su instituto debido a sus malas notas y su absentismo. «Aquí si nos hacen caso. En el instituto los profesores pasaban de nosotras», señalan Patri y Bea.
A la mala situación educativa se acompaña normalmente una mala situación familiar, por ello el centro cuenta con la Escuela de Padres, un lugar de encuentro donde reflexionar y ayudar a que los niños y niñas tengan futuro.