"Italia será la vanguardia de una nueva forma de autoritarismo y una tentación contagiosa para otros gobiernos. Se parecería en cierta manera al modelo chino, con la excepción de que en Italia no tenemos su mercado", afirma Marco Travaglio (Turín, 1964). Esa es la gran consecuencia que, según el periodista y escritor italiano, puede acarrear la llamada "Ley Mordaza" que quiere aprobar cuanto antes el gobierno de Silvio Berlusconi si logra superar las dudas que han mostrado dirigentes del centro-derecha como Umberto Bossi o Gianfranco Fini. Una ley que ensanchará el cordón sanitario que aleja a los italianos de la realidad: "Las informaciones públicas sobre actas judiciales que ya no estén sometidas al secreto de sumario, no podrán ser publicadas. El periodista que lo haga, se arriesga a una pena de dos meses de cárcel por cada uno de los artículos y su medio de comunicación, a sanciones de hasta 450.000 euros que quizá desembocarían en la quiebra de la empresa. Sólo se podrán publicar estas informaciones cuando haya finalizado la audiencia preliminar, por lo que, hasta entonces, transcurrirán varios años. No tiene sentido hacer explotar noticias con tanto efecto retardado", afirma.

A nivel judicial, la nueva ley también torpedea la actuación de los magistrados, que se verán limitados en la investigación con escuchas telefónicas. Interceptaciones que en Estados Unidos han llegado a descubrir la multimillonaria estafa del caso Madoff, en Italia difícilmente serían posibles. Para Berlusconi, la ley defiende un derecho a la privacidad que los italianos ya tienen garantizada constitucionalmente: "El jefe del Gobierno afirma que él y millones de italianos son espiados. En realidad, sólo 20.000 personas, implicadas en casos de corrupción, fraude fiscal o relaciones con la Mafia, han sido interceptadas. Estamos hablando del 0'04% de la población italiana. Nadie espía a Berlusconi. El problema es que Berlusconi aparece casualmente como interlocutor en algunas de esas llamadas. En vez de preocuparse por cambiar y mejorar sus amistades, crea una ley en nombre de los italianos para no verse salpicado", señala el periodista, que teme que "delincuentes y mafiosos no sean procesados".

Travaglio, descendiente directo de conciencias libres del periodismo como Indro Montanelli, su mentor, Leonardo Sciascia o Enzo Biagi, se ha convertido en los últimos años en un fenómeno social en Italia gracias a su sagacidad periodística y a la reivindicación de la memoria, demostrada en más de treinta libros publicados. Su popularidad se ha visto reforzada en estelares apariciones en debates televisivos, como Annozero, conferencias, retransmisiones en Internet y espectáculos teatrales en los que su mensaje cala gracias a la habilidad oratoria y escénica y a la elegante ironía. En su análisis de la política italiana de los últimos treinta años, todos los caminos se cruzan en Silvio Berlusconi. Desde que a mediados de los 70 el Cavaliere comenzara a levantar su emporio empresarial junto a su mano derecha, Marcello Dell'Utri, en la mansión de Arcore, comprada a una huérfana menor de edad y en la que contrató al mafioso Vittorio Mangano para mantener un establo de caballos inexistente. Además de la amistad con el prófugo socialista Bettino Craxi, la creación de la vasta red mediática y editorial que lo catapultó a la fundación de Forza Italia, así como las posteriores leyes Schifani y Alfano con las que quiso aumentar su inmunidad. Y, para concluir, los escándalos sexuales con veline que posteriormente hicieron carrera política o encontraron un papel como actrices y presentadoras. Todos esos factores han conformado del berlusconismo, ética y estéticamente, una especie de régimen instalado dentro de una democracia.

La "Ley Mordaza" es un episodio más que agrava, en opinión de Travaglio, el sombrío panorama en el que ya de por sí está inmerso el periodismo italiano: "El accionariado de la mayoría de medios de comunicación queda aglutinado en grandes empresas. Todos los periódicos reciben financiación pública y están muy condicionados por la publicidad. Existen grandes periodistas, pero a menudo en sus empresas deben pelear mucho para llegar a sacar ciertas informaciones. La nueva ley propiciará que los periodistas arriesguen menos para no ver peligrar su puesto de trabajo. Para muchos será un alivio", analiza Travaglio, que recuerda que el noticiario TG1, afín a Berlusconi, ofrece entre sus típicas informaciones "que en verano hace calor o que se ha creado una escuela para mayordomos. Todo menos hablar de política. No olvidemos que todo aquello que no sale en televisión no existe". El paisaje político tampoco favorece los cambios con una oposición manifiestamente incapaz, dividida en laberínticas familias y sin un liderazgo definido.

Pero Travaglio no se resigna. Él y el periodista Antonio Padellaro fundaron en septiembre del año pasado "Il Fatto Quotidiano". Un periódico que subsiste sin financiación pública, sin presiones publicitarias "y con autonomía total de los periodistas". El desafío, sumamente arriesgado, ha cosechado sus frutos ya a corto plazo: "Tenemos más de 43.000 abonados y cada día se venden 64.000 ejemplares en los kioskos", confirma Padellaro. Con una infraestructura mínima de 15 periodistas - "no pretendemos dar con ese reducido número ninguna idea a los propietarios de los grandes periódicos", bromea Travaglio- "Il Fatto Quotidiano" ha ejercido una labor crítica e incómoda, sin cortapisas. Un periodismo genuino, de raza, que no causa indiferencia: "Algunos periodistas de grandes medios se han ofrecido a trabajar con nosotros. En cambio, casi todas las cartas que recibimos en el buzón del periódico son querellas de políticos", revela Travaglio.

Ante la proximidad de la "Ley Mordaza", a Travaglio y Padellaro no les tiembla el pulso y piensan que hay esperanza: "Violaremos la ley desde el primer día y haremos un llamamiento a la desobediencia civil. Obviamente, tendremos que buscar algunas alternativas porque las sanciones nos obligarían a cerrar el periódico. Pero hay otras vías. Daremos a conocer las noticias un poco al estilo medieval, concentrando al pueblo en las plazas, en obras teatrales, marchas y manifestaciones. Es una batalla de relieve internacional, pero debe ser combatida en Italia".