Una investigación ha encontrado más de 750 tumbas sin nombre cerca de un internado de menores indígenas en Canadá, en medio de la polémica levantada en el país por el hallazgo de más tumbas en escuelas que se levantaron para la asimilación forzosa de población india.

El jefe de la tribu Cowessess, Cadmus Delorme, ha informado de este descubrimiento que, ha precisado, se desconoce por el momento si se trata de tumbas de menores de edad -la tradición oral de la tribu apunta a la presencia de niños indígenas en el lugar- o si todas estarían relacionadas con el internado para niños indígenas.

Lo que sí ha confirmado es que "no se trata de una fosa común", sino de "tumbas sin nombre" en el cementerio que supervisó hasta 1960 la Iglesia Católica, quien según el líder indio habría retirado las tumbas, recoge la cadena pública CBC. La tribu está abordando el sitio como "una escena del crimen".

La Escuela Residencial Indígena Marieval, donde se han encontrado las tumbas, operó desde 1899 hasta 1996 en el área donde ahora reside la tribu Cowessess, a unos 140 kilómetros al este de la ciudad de Regina, capital de la provincia de Saskatchewan. Aunque la escuela fue demolida, la iglesia y el cementerio se mantuvieron.

Se trataría del mayor anuncio sobre hallazgo de tumbas en internados para menores indígenas hasta el momento, después de que a finales de mayo se anunciara el descubrimiento de más de 210 cadáveres de niños enterrados hace más de 40 años en la antigua Escuela Residencial India Kamloops.

Tras el descubrimiento, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se ha mostrado "muy entristecido" y ha prometido que "honrarán su memoria" y contarán "la verdad sobre estas injusticias", ya que "ningún niño debería haber sido separado de sus familias y comunidades y despojado de su idioma, cultura e identidad".

Estos hallazgos, ha lamentado en un comunicado, "reafirman una verdad que conocen desde hace mucho tiempo" y "profundizan el dolor que las familias y los pueblos indígenas están sintiendo", un "trauma" que es "responsabilidad de Canadá", por lo que el Gobierno continuará proporcionando los recursos necesarios para "sacar a la luz estos terribles males".

"Los hallazgos en Marieval y Kamloops son parte de una tragedia mayor", ha aseverado Trudeau, son "un recordatorio vergonzoso del racismo sistémico, la discriminación y la injusticia que los pueblos indígenas han enfrentado, y siguen enfrentando" en Canadá, una verdad que deben "reconocer juntos" para "aprender del pasado y caminar por el camino compartido de la reconciliación, para que podamos construir un futuro mejor".

El primer ministro canadiense ha lamentado que "ningún niño debería haber pasado sus últimos momentos en un lugar donde vivía con miedo, para no volver a ver a sus seres queridos, y "a ninguna familia se le debería haber robado la risa y la alegría de sus hijos jugando, y el orgullo de verlos crecer en su comunidad".

"Genocidio cultural"

Este tipo de escuelas se crearon en los siglos XIX y XX para asimilar de forma forzosa a los jóvenes indios y estaban financiadas por el Estado y gestionadas por organizaciones religiosas, y las recientes investigaciones y hallazgos de cadáveres han levantado revuelo en la nación que ha llevado al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, a exigir a la Iglesia Católica que "asuma su responsabilidad".

Tras esta información, además, algunas de las tribus indígenas canadienses comenzaron a investigar los alrededores de las inmediaciones de estas escuelas con radares de penetración de suelo para localizar tumbas, como es el caso de Cowessess, algo que los expertos ya han anticipado llevará a más descubrimientos de este calibre.

Los grupos indígenas canadienses han pedido que se investiguen todas las antiguas escuelas residenciales del país. Durante décadas, miles de niños fueron apartados de sus familias e internados en colegios residenciales, donde debían aprender las tradiciones de los colonialistas europeos para olvidar su propia cultura, enfrentándose además a la violencia y a abusos sexuales.

Una comisión de investigación concluyó en 2015 que muchos de los menores no regresaron jamás a sus comunidades y reconoció así un "genocidio cultural", mientras que el Proyecto Niños Perdidos ha identificado hasta el momento a más de 4.100 menores fallecidos durante su estancia en los internados, de los que muchos fueron sepultados en los propios recintos escolares.