Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Billete de ida

Off the record

Billete de ida

Desconozco si tuvieron la oportunidad de escuchar/leer la penúltima ocurrencia del profeta Neville en la previa del partido contra el Levante. Aquí les dejo la frase por si todavía albergan dudas al respecto del personaje que, lamentablemente, sigue ocupando el banquillo local en el campo de Mestalla: «Si no contaran los goles a balón parado tendríamos 12 o 15 puntos más».

Hay que tener rostro. Y, claro está, un desconocimiento absoluto de la competición en la que entrena. Una liga en la que el porcentaje de importancia de la pizarra crece de forma exponencial con el paso de las temporadas. Que le pregunten a Valverde o Simeone, que ha sido campeón con los córners de Koke y los remates de Godín como primer mandamiento. No se pierdan, por cierto, el segundo gol del Atlético de Madrid al Deportivo de la Coruña el pasado sábado. Puro laboratorio. Me pregunto si Gary recurrirá a memeces como la que encabeza el artículo para embelesar a Peter Lim en esas conversaciones telefónicas que tiene con la propiedad. Su continuidad en el cargo tres meses y diez derrotas después solo se explica desde el desahogo del dueño. Alguien mínimamente preocupado por la deriva deportiva de la sociedad ya habría devuelto a los hermanos Neville a Salford, el lugar idóneo para finalizar sus prácticas como entrenadores, en la séptima división inglesa.

Antes que el caloret fallero y el peso del ADN nos imbuyan de nuevo en la mística de una posible remontada ante el Athletic de Bilbao el próximo jueves, es obligatorio bajar la pelota al verde y poner los puntos sobre las íes. Estamos hasta las narices de ruedas de prensa, como la de ayer en el Ciutat de València, en las que Neville trata de contentar al personal prometiendo que desastres como el del derbi no volverán a producirse y que el siguiente partido va a ser el de nuestras vidas. No cuela. Ya está bien. La temporada que está a punto de concluir, mucho antes de lo que marca el calendario -en caso de eliminación europea, el 18 de marzo nos quedarán dos meses de aguantarnos- es vergonzosa.

La planificación fue sencillamente inexistente, como lo era hasta la llegada de García Pitarch la estructura antes entendida como dirección deportiva. Jugadores como Abdennour o Danilo son un bluff pagado a precio de galáctico y, lo que es peor, produce vértigo tratar de confeccionar una lista con los futbolistas que han mejorado el rendimiento respecto a la temporada 2014/15. No se me ocurre ninguno. En cambio, es sencillísimo aportar nombres para señalar a teóricos pesos pesados incapaces de soportar la presión de un año con el viento en contra. La desaparición cada vez más habitual de André Gomes, los errores y la desafección de de Parejo y, sobre todo, las carencias en la marca y el posicionamiento de Mustafi retratan la desaparición del Valencia pujante de ahora hace diez meses. El alemán, por cierto, podría dejarse broncas e ínfulas en el vestuario. Sus horrores defensivos en Orriols o San Mamés, sin ir más lejos, le deslegitiman para cualquier tipo de liderazgo. No se ganan partidos ni mucho menos ligas desde las redes sociales.

El absoluto desgobierno institucional en el que vive sumido un club con un consejo de administración que reside en Singapur y una presidenta ejecutiva que pasa en la ciudad una semana de cada cuatro tendrá su culmen dentro de unos días. Como la marcha del equipo es impecable, como los jugadores dominan a la perfección el juego a pelota parada desde el punto de vista defensivo y ofensivo, como el actual cuerpo técnico ha desarrollado un sistema definido y perfectamente reconocible, como se han cumplido todos los objetivos marcados en el inicio de la temporada y el Valencia ya está clasificado para la Champions League del próximo año, como los roles a nivel interno están perfectamente definidos y ya está en marcha la planificación del próximo proyecto€ Gary Neville abandona Paterna durante diez días para poner rumbo a la concentración de la selección inglesa, en la que ejerce como ayudante de Roy Hodgson, un lince eligiendo técnicos asistentes, todo sea dicho.

Una sociedad fuerte, de las que se visten por los pies y en las que lo primero es el escudo, ya le habría ordenado que suspendiera el viaje a las islas británicas y se quedara en la Ciudad Deportiva trabajando para quien le paga. Pero el Valencia, lamentablemente, ya no es uno de esos clubes. El único responsable es su propietario.

Peter Lim ha permitido que varios jugadores se deshueven de su entrenador en el banquillo y con el partido en marcha sin una multa ejemplarizante para cada uno de ellos. Lim ha consentido que se fichara un ayudante, incapaz de dirigir al equipo sin la ayuda del cuerpo técnico más amplio en casi cien años de historia. Lim ha enchufado en Mestalla a un simulacro de entrenador que, tras los partidos de Inglaterra, podría quedarse en Manchester y no volver. Nadie le echaría de menos.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.