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Blaugrana ... y blanquinegro

Blaugrana ... y blanquinegro

La historia y el fútbol no maridan bien, a pesar del uso constante que se hace del adjetivo «histórico» para referirse a una victoria, una remontada, una temporada, etcétera. El término, de tan manoseado, ha perdido su sentido. Y, aún así, ¿qué más da que todo sea «histórico», si la memoria en el fútbol se borra -permítanme la hipérbole- de domingo en domingo?

El Llevant tiene un uniforme que no ha vuelto a vestir desde los años 10 del siglo XX. No lo hizo en el centenario y todo apunta a que tampoco lo hará en este 110 aniversario, pese a la cantidad de veces que se ha reivindicado. Es su uniforme fundacional, como Llevant FC: camiseta de tres barras negras sobre fondo blanco, pantalón blanco y medias negras ribeteadas en blanco, como aparece en el primer documento gráfico de una alineación levantina. En aquel once sólo el fundador y primer presidente del club, José Ballester Gozalvo, vestía el pantalón negro que, con los años, acabaría imponiéndose, sobre todo a partir de 1919.

Curiosamente la prensa valentina siempre se refirió a los pioneros del Llevant como «blanquinegros» (los «azulgrana» eran los del Gimnàstic). Los del Valencia FC, desde 1919, eran «merengues» o «blanquillos». Realmente el Valencia sólo fue blanquinegre entre el 21 y el 25 y después, excepcionalmente, hasta los años 30. En el 95 recuperó el pantalón negro, inspirado por el deseo, lícito, de un alejamiento estético del Madrid.

Hoy, en la ciudad de València, se ha expandido el «blanquinegro» para quien sólo lo fue durante 4 años (y dos décadas más, ya en su historia reciente), y lo ha perdido quien lo lució durante sus primeras tres décadas de vida (y muchas más en la memoria del levantinismo de raíz marítima). Por otra parte en Orriols se ha estigmatizado el uso del blanco, cuando formó parte del Llevant FC blanquinegro y estuvo omnipresente como segunda equipación y también en el imaginario de la afición a través de las peñas que lo conservaron en sus escudos hasta nuestros días.

La excusa que se esgrime desde la entidad para no consolidar la histórica blanquinegra como segunda zamarra del Llevant es que no es útil ni práctica en demasiadas ocasiones, algo que se resolvería echando mano del original: camiseta blanquinegra, pantalón blanco, medias negras con ribetes blancos. El respeto a nuestra historia es reclamado por miles de granotes año tras año, mientras el club hace oídos sordos a su afición. Habrá que empezar a tomar en consideración las teorías de quienes, como el exvicepresidente Tomás Pérez, vienen denunciando, hace tiempo, una cierta animadversión en el actual Consejo hacia el levantinismo de raíz cabanyalera. Personalmente me resistía a creerlo, pero empiezo a pensar que no hay otra explicación.

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