Lluna nova, Vallibona; lluna vella, Cantavella’. Este refrán popular valenciano propio dels Ports evidencia el estrecho vínculo que desde siempre tiene esta comarca castellonense con su vecina Cantavieja, ya en tierra aragonés. Pocos kilómetros separan la capital de la comarca del Maestrazgo turolense de municipios del interior valenciano tan relevantes como Vilafranca (20 kilómetros), Forcall (28) o Morella (41). Pero si algo une a toda esta zona más allá de los lindes territoriales, más menos fluctuantes en función de conquista, colonizaciones, asentamientos y guerras, es haber acogido las andanzas del general carlista Ramón Cabrera, nacido en Tortosa pero conocido popularmente como «El tigre del Maestrazgo’, la tierra donde desarrolló, en la Primera y Segunda Guerra Carlista, sus estrategias militares con una brutalidad que todavía ahora se recuerda.

Arriba la explanada donde estaba el Castillo y, a la derecha, la plaza del Cristo Rey. | O.S. POR ISABEL OLMOS

En el mapa que el general desplegaba sobre la mesa antes de entrar en batalla se podía leer los nombres de diversas localidad -feudos y enclaves fieles-, entre ellos el de Cantavieja, un municipio que ofrece al visitante la oportunidad de conocer algunos de los aspectos más destacados de los conflictos entre carlistas y liberales. De hecho, la localidad acoge, en su Oficina de Turismo, el Museo de las Guerras Carlistas. una gran oportunidad para conocer más y mejor sobre una contienda cruel que provocó horror y terror en la población española y en los vecinos del Maestrazgo y els Ports durante años.

Algunos de los edificios característicos del Maestrazgo. | 0.S.

Todavía con la huella del conflicto fijado en la retina, el visitante puede disfrutar de un municipio denominado ‘bonito de España’ y recorrer sus empedradas calles hasta llegar a la Plaza del Cristo Rey que, con sus imponentes arcos góticos, es uno de los enclaves neurálgicos de la localidad junto al castillo, el campanario de la iglesia de la Asunción, la iglesia de San Miguel y el castillo Templaire.

Campanario de la Iglesia de la Asunción. | O.S.

Cuando Cabrera llegó a la población se percató del excepcional enclave que, sobre una muela, suponía Cantavieja para sus intereses militares. Así, en 1836, ordenó fortificar la plaza y reparar las antiguas murallas convirtiéndola en un auténtico refugio para sus ejércitos y sede del carlismo en Aragón. Allí, ‘el Tigre del Maestrazgo ‘ levantó su centro de aprovisionamiento y diversas fábricas de recomposición de fusiles y sables. Como solía suceder con los feudos, la entrada del bando enemigo suponía un castigo para la población, en este caso, en forma de un gran incendio que lo quemó todo y dejó una gran explanada donde antaño había un castillo y una guarida, la del Tigre.