­No te dejaba nunca indiferente. Era emprendedor y con una gran ilusión. Empresario de las empresas más variopintas. Comenzó vendiendo máquinas de coser, pasó por una compañía de aviación y acabó en los medios de comunicación social. Era polifacético, renacentista, romántico y bohemio a la vez. Inteligente, muy inteligente, y, consecuentemente, con un gran sentido del humor, además tierno y entrañable. Gran amante de su familia, vivía para ella, últimamente acrecentada con un copioso número de nietecitos.

Fue el inventor en Valencia de muchas cosas, entre ellas las radios televisadas. Creo Canal 13 Radiotelevisión de Valencia, la primera emisora de radio en España que se televisaba. Sin tener sus raíces en el mercado de la comunicación, su singular intuición le hacía saber más que muchos de los profesionales que estamos en el mundillo.

Era arriesgado, certero, discreto, cercano, sensible, humano, humanísimo. Gozaba de las tertulias con amigos, las cuales impulsaba y sostenía, animaba. Muy vitalista, siempre estaba haciendo cosas, pensándolas, probándolas, cerciorándose de lo que su parecer le auguraba.

Ayudó, siempre desde la discreción, a mucha gente. No se molestaba por ninguna contrariedad. Siempre tenía proyectos a mano. Vivía en plenitud los días y tendía en su derredor círculos de productividad y bienestar, de esperanzas. Era superador de obstáculos, ejercía valientemente ante las dificultades.

Ha fallecido en Málaga, en los días que se tomó como vacacionales. Había ido a ver una nietecita nueva que su hijo ha tenido. Marchó con gran ilusión. Días antes me habla de los planes de futuro en su despacho. Era un tren de alta velocidad arrollador, que nadie podía parar, ni disuadir, es más, los que intentaban sosegarle, acaban contagiados por su vitalidad. Su vida ha sido trepidante, ha vivido y trabajado a tope, ha creado empresas, puestos de trabajo. Ha sido también, lo importante, un padrazo, un abuelazo, un amigo de propios y extraños.

Esperaba con ilusión regresar de Málaga, la tierra de su muy amada esposa, y ver nacer el nuevo proyecto empresarial, que una nimiedad le impidió estrenar antes de irse, pero que está ahí, hecho, a punto, lo cual es lo importante.

Rosendo se ha ido con la misma discreción de siempre, con la misma serenidad, la misma inteligencia y el mismo fino humor. Se ha ido silenciosamente, consciente de no querer molestar, como lo hacía siempre cuando regresaba a su refugio familiar de Campolivar. Un empresario, un amigo, un buenazo, un hombre siempre ilusionado, vitalista, de los que tanto necesitamos y tanto nos duele que nos digan adiós y se retiren a descansar.