Si queremos conocer lo bien que la serie Física o química (noche del martes, Antena 3) refleja el día a día de un instituto de enseñanza secundaria no podemos centrarnos sólo en los líos que se trae el director del centro con media plantilla. Habrá que mirar un poco alrededor. Podíamos hablar un poco de otros profesores o de los alumnos, pero una ventaja de esta serie es que podemos hablar de ambos a la vez. Es fácil: la anterior profesora de Filosofía, Irene, se lió con un alumno, Isaac. Bueno, no es tan fácil, porque Irene también se lió con el ex profe de Educación Física y actual accionista mayoritario del colegio, Vaquero, quien ahora forma un trío con la profe de Literatura, Verónica (que llegó al centro para reencontrarse con su hija, Teresa, que había tenido a los 16 años y había abandonado, pero que ahora quería conocer porque le diagnosticaron un tumor que le impedía tener más hijos) y el antiguo camarero de la cafetería del centro, Berto (que antes se había liado con la anterior profe de Literatura, Blanca). Estos días hay otro lío en ciernes porque un alumno gay, David, está tirándole los tejos al orientador, que está enamorado de él, pero parece que todavía no entendió que un centro educativo es igualito que el club Bagdad de Barcelona y le dice que lo suyo es imposible. Ya caerá. Así David podrá olvidar a su anterior novio, Fer, un alumno que ya pasó página liándose públicamente con otra alumna, Yoli, aunque ahora está más preocupado por su enfrentamiento con la profesora de Filosofía, Marina, a quien acusa de homófoba. Por cierto, Marina es otra recién llegada que aún no se desmelenó y rechazó al profe de Plástica, Roque. También caerá. En resumen, que si conoce a algún estudiante o profesor que se pasa el curso estudiando o dando clase, dígale que se deje de pijadas y se cambie al Zurbarán de FoQ, un instituto de los de verdad.